Escriben como hablaba Cantinflas y hablan con el acento de Tintán, pero con la voz engolada. En teoría, son idealistas y antiimperialistas, pero no tienen el más mínimo reparo en hacer algún que otro “trabajito sucio” para un capitalista, sobre todo si eso les garantiza un mes de whisky o una quincena de salmón ahumado.
Hablan de la “revolución cubana” como si la conocieran. Citan al Comandante en Jefe de memoria y describen con orgullo una realidad que no es posible ni en las obras más optimistas de Mijail Shólojov. Todo lo que saben de Cuba, es un panfleto irreal y bucólico que ni ellos, si tienen un ápice de sentido común, se pueden tragar.
Como siempre necesitan adorar a un santo, ahora, es de esperarse, son chavistas y veneran al bufonesco líder como si se tratara del nuevo Mesías. Lo peor de esos cantinflas y tintanes no es lo que dicen, ni siquiera lo que escriben (casi nadie los oye y sólo ellos se leen), lo malo es la manera en que despilfarran a la palabra revolución, el sentido que le restan a un término que sumaba tanto.
Hablan de la “revolución cubana” como si la conocieran. Citan al Comandante en Jefe de memoria y describen con orgullo una realidad que no es posible ni en las obras más optimistas de Mijail Shólojov. Todo lo que saben de Cuba, es un panfleto irreal y bucólico que ni ellos, si tienen un ápice de sentido común, se pueden tragar.
Como siempre necesitan adorar a un santo, ahora, es de esperarse, son chavistas y veneran al bufonesco líder como si se tratara del nuevo Mesías. Lo peor de esos cantinflas y tintanes no es lo que dicen, ni siquiera lo que escriben (casi nadie los oye y sólo ellos se leen), lo malo es la manera en que despilfarran a la palabra revolución, el sentido que le restan a un término que sumaba tanto.
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