El bar Skrúpulos está en la Benito Monción, una de las calles más santiagueras de Santiago. En su misma cuadra, coexisten dos de las instituciones culturales con más tradición en la ciudad: Casa de Arte y la 37 por las Tablas. El martes pasado, Diario Libre publicó el reportaje “Instituciones culturales piden cerrar bar para homosexuales”, donde María Ligia Grullón, directora de la 37 por las Tablas, y Enelgido Peña, director provincial de Cultura, reclaman el cierre inmediato del local vecino.
Las razones de María Ligia son compresibles y se apegan a las medidas del Plan de Seguridad Democrática, pero una de las excusas de Enegildo Peña es inaceptable. No es posible que un funcionario de la Secretaría de Estado de Cultura alegue que donde “hay un ambiente artístico cultural no pueden haber (un) bar de gays...”.
Si en Skrúpulos el alto volumen de la música permanece durante la madrugada y si es cierto que se expenden bebidas alcohólicas después de la hora estipulada por las autoridades, están violando la ley y merecen el peso de la misma. Pero la presencia de homosexuales y lesbianas no puede ser un agravante.
Los gestores culturales tienen que ser también facilitadores de la pluralidad y deben estar siempre entre los primeros que adviertan cualquier señal de intolerancia, exclusión o discriminación. Casa de Arte y la 37 por las Tablas han sido un paradigma en ello. Durante años, ambas instituciones han desempeñado una admirable labor de promoción cultural y son ya dos espacios indispensables para la ciudad.
Ojalá que el episodio de Skrúpulos se resuelva cuanto antes. Ojalá también que frases como las de Enegildo Peña dejen de ser una recurrencia en la prensa, por lo menos en boca de un promotor cultural.
Las razones de María Ligia son compresibles y se apegan a las medidas del Plan de Seguridad Democrática, pero una de las excusas de Enegildo Peña es inaceptable. No es posible que un funcionario de la Secretaría de Estado de Cultura alegue que donde “hay un ambiente artístico cultural no pueden haber (un) bar de gays...”.
Si en Skrúpulos el alto volumen de la música permanece durante la madrugada y si es cierto que se expenden bebidas alcohólicas después de la hora estipulada por las autoridades, están violando la ley y merecen el peso de la misma. Pero la presencia de homosexuales y lesbianas no puede ser un agravante.
Los gestores culturales tienen que ser también facilitadores de la pluralidad y deben estar siempre entre los primeros que adviertan cualquier señal de intolerancia, exclusión o discriminación. Casa de Arte y la 37 por las Tablas han sido un paradigma en ello. Durante años, ambas instituciones han desempeñado una admirable labor de promoción cultural y son ya dos espacios indispensables para la ciudad.
Ojalá que el episodio de Skrúpulos se resuelva cuanto antes. Ojalá también que frases como las de Enegildo Peña dejen de ser una recurrencia en la prensa, por lo menos en boca de un promotor cultural.
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