Bladimir y yo en Barcelona, 1993. |
Siempre he reconocido mi gran deuda con Bladimir Zamora. Aunque en casa se escuchaba música cubana a todas horas, fue a la sombra del Bladi que de verdad entendí a María Teresa Vera, el Trío Matamoros, Arsenio Rodríguez, Beny Moré y la Orquesta Aragón, por solo mencionar a los que más oíamos.
En 1992, el año de las Olimpiadas de Barcelona, Bladi estuvo una larga temporada en España. Durante todo ese tiempo, me hice cargo de un programa que él tenía en Radio Ciudad de La Habana. Recuerdo que la tarde en que estábamos coordinando el “traspaso de poderes”, le hice una pregunta incómoda.
Fue respecto al tema del espacio. Siempre me había llamado la atención que, siendo tan celoso como él era con nuestra tradición musical, escogiera para comenzar su programa el solo de guitarra de “Roundabout”, la descomunal pieza con la que comienza el disco Fragile (1971) de Yes.
—Para presumir de guajiro, sabes demasiado de rock —me dijo con su voz más ronca y arqueando una ceja. Después de una pausa y ya en tono de complicidad, agregó—: Parece música cubana, ¿verdad?
A la semana siguiente, cuando fui a grabar el programa, le pedí Chelala, el técnico, que dejara correr el tema un poco más allá del solo de guitarra. Empezó a reírse mientras cortaba la música y le hacía señas a Robert Martin, el locutor, para que comenzara a leer mi guión, que estaba dedicado por entero al cienfueguero Eusebio Delfín.
—Bladi me advirtió que me pedirías eso —aclaró Chelala—. Y me hizo prometerle que bajo ningún concepto te hiciera caso.
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