La
dictadura de los hermanos Fidel y Raúl Castro es unos treinta años más joven
que sus líderes, pero está igual de acabada. Mientras se apura a negociar con
inversores extranjeros lo poco que queda en pie de la isla en ruinas, se
asegura de mantener cerrada la boca de los cubanos.
La
primera misión la dirigen unos pocos: los familiares directos de los caudillos
y un puñado de militares (más o menos la misma cantidad que sobrevivió en el
desembarco del Granma, justo los necesarios). Para la segunda misión se
auxilian de un nutrido grupo de micro-beneficiados; quienes a cambio de
pequeñas prebendas, respaldan, vociferan, patean…
La
Cumbre de las Américas, que tuvo lugar en Panamá a principios de abril, ilustra
perfectamente esto. Lo ocurrido allí entre cubanos es una vergüenza. Pero
vivimos en un continente presa de los resentimientos de sus gobernantes (por tal
de no aparecer en la foto del lado contrario, son capaces de respaldar
monstruosidades como las de Venezuela y Cuba).
Uno
de los más antiguos micro-beneficiados de La Habana es el reverendo bautista
Raúl Suárez, director del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr., quien
acaba de asegurar que sintió la "presencia de Dios" en Panamá, al ser
parte de los violentos actos de repudio contra representantes independientes de
la sociedad civil cubana.
"Yo
sentía esa presencia de Dios en Panamá, cuando me opuse en lucha justa contra
quienes querían convertir la 'casa de oraciones en una cueva de ladrones',
contra quienes quieren sesgar el derecho de los cubanos de elegir su propio
sistema", afirmó el religioso.
Por
décadas, Suárez ha respaldado a la dictadura. A cambio, pudo llevar dólares en
el bolsillo (cuando al resto de los cubanos les estaba terminantemente
prohibido) y viajar con regularidad a Estados Unidos, de donde carga pertrechos
para él y los suyos enmascarándolos en los cargamentos de “donaciones”.
Siempre
tuve una sospecha con Raúl Suárez, pero ahora ha quedado confirmado: es un
reverendísimo hijo de puta.
1 comentario:
jejejej... te quedo muy bueno Camilo...
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