La jornada debía concluir con una lectura de poemas en la librería
Books & Books. Además de compartir versos y destilaciones con Carlos
Pintado, pude abrazar a entrañables amigos. Allí se demostró que a veces, solo a
veces, Gardel tiene razón. 20 años parecía no haber sido casi nada.
El punto final a la lectura se lo puso la voz de Pancho Céspedes,
quien lloró y cantó a capella. Luego hubo que esperar a que Eloy Ganuza
terminara de trabajar en el canal de televisión. Llegamos un poco tarde. Ya
José Luis Barba había empezado a cantar.
Después se sumaron Ana María (a quien no veía desde que era niña,
allá en Cienfuegos, cuando ella cantaba en el Grupo Ismaelillo), Gema
Correderas (quien andaba acompañada por Camila, su hija, otra mujer que yo solo
conocía de niña), Lázaro Horta y Pancho.
Aunque ya estaba dentro de la casa, no acabé de llegar hasta que
por fin me encontré con Eloy Ganuza. El abrazo fue muy largo y duro (todo lo duro
que aprietan las zarpas de Eloy). No puedo negar que lloramos mucho,
todos nos vieron. Ese acto bastó para que sobrepasáramos tanto tiempo y
comenzáramos a disfrutar en tiempo presente.
La noche tuvo muchos momentos que, en boca de un animador,
pudieran describirse como inolvidables. Pero si yo tuviera que elegir uno, me
quedaría con una frase que dijo Eloy durante su intensa catarsis: “El país y la
casa de uno es el espacio que pueda llegar a construir para compartir con los
amigos”.
Eso explica el afán que él, Carlitos y Pancho tienen con La
Cofradía de los Elegidos. Sesiona en Coral Gables, pero su localización no está
determinada por la geografía sino por el espíritu de los convocantes. Por eso
es que para poder entrar hay que pedirle la llave a uno de ellos.
Solo espero que nunca me dejen afuera. Si oyen que alguien hace
mucho ruido en la calle, tanto que llega a enfurecer al vecino veterano de Irak, ese
soy yo. ¿Oíste, María Isabel Díaz?
1 comentario:
Espero no ser "Elegida" por transitiva. Si me dejan afuera, grito!
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