Esta mañana me levanté chateando con el gordo Amado del
Pino. Cada vez que irrumpe en una ventana de Facebook, me hace soltar una
carcajada con apenas escribir cuatro o cinco palabras. Hablamos de su Tamarindo
y de mi Paradero de Camarones, celebramos esa nueva cercanía que propician las
redes sociales.
Pero con la misma velocidad que llegan los abrazos y la
complicidad, arriban las malas noticias. A Odette Alonso, uno de los seres que
más me alegra la ciberexistencia, le ha tocado darme dos noticias muy tristes
en apenas unos días. En Boca Chica, en un almuerzo de trabajo, me llegó la
alerta de que Odette me había etiquetado en una foto.
Cuando vi la imagen, sospeché que algo malo había ocurrido
otra vez. Lichi Diego tomaba de la mano a Puchi Fajardo para que también mirara a
la cámara. Entre los dos, un ron añejo servía de testigo. “Puchi Fajardo
(Manzanillo, 1958- La Habana, 2011)…”, acotaba Odette, como si no quisiera
ofrecer ningún otro detalle.
En muchos otros post he contado todo lo que significó Puchi
para mí. Fue una gran amiga, una maestra, un ser entrañable hasta el delirio, solidaria
hasta lo absurdo. Su apartamento de 28 y 23, en El Vedado, era uno de mis
refugios preferidos en aquella Habana que sigo creyendo que vivo, que no logro
sacar de mi cabeza.
Si algo quisiera hoy, es darle un beso a su hermana Deborah
(hace unos días me envió un mensaje donde me decía que Puchi estaba malita,
pero no calculé bien la gravedad de sus palabras). Me gustaría reencontrarme
con Bladimir Zamora, Kiki Álvarez, Polito Ibañez, Ormar Mederos, Carlos Varela y todos los que confluíamos en
aquel diminuto espacio donde la esperanza era siempre la última en marcharse.
En mi viaje de regreso a La Habana, suceda cuando
suceda, tendré que buscarlos. Quisiera volver a vivir con ellos una de aquellas
tardes, aunque Puchi esté en alguna parte y tengamos que contentarnos con
recordarla mucho, muchísimo, todo lo que se pueda mientras el ron dure.
18 comentarios:
También yo era asiduo del apartemento de Puchi y Kiki, mi hermano menor. Jugar cartas, leer poemas de los amigos, escuchar las útlimas composiciones de Carlitos Varela era nuestro entretenimiento hasta altas horas de la noche, cuando no nos daba por ir a zapatear La Habana. Gracias por ese tributo hermoso a la Puchi. Ni ella ni Lichi se han ido ¿cómo podrian alejarse, irse marcharse personas que están tan repartidas y guardadas entre tantos corazones y recuerdos?
Camilo, como siempre otro hermoso articulo tuyo, lleno de esta incurable nostalgia por la isla, esta vez un ingrediente sentiemental. Mi gran amigo Amadito del Pino, un hermano que adoro y no vea ya hace casi 15 años, trabajamos con la complicidad, siempre, de dos botellas de ron, si habia una el gordo nunca empezaba, tenian que ser minimo dos. Un abrazo
Un abrazo, Camilo.
Estoy muda.
Muy lamentable amigo, que en paz descanse. Otro post muy de adentro.
JC Recio
Ah! Ese apartamentico de Puchi que conoci mucho antes de Kiki (y que la Puchi solia intercambiar por el mio en ocasiones tacticas), esa Puchi tan especial que me acompano desde la infancia, aunque fuera "desde alguna parte".
Gracias Camilo por este post!
CAMILO:
Yo aún no tengo muy claro por qué Puchi es una de las pocas personas que así gratis yo he querido profundamente. Estaba al corriente de su situación, pero aunque lo esperes es un palazo. YO AMO A PUCHI y todo lo que de su leyenda se pueda desprender.
Camilo, yo estuve en varias reuniones de la Asociación Hnos. Saíz donde tu fuiste con ese grupito de casa de Puchi. Fueron en La Madriguera y tú eras como el juguetico de ellos jejejej, eran una tropa linda y volaisima, recuerdo que tu leiste una vez un poema de una oveja rosada o algo así no se me olvidó eso de la oveja rosada y otro del circo soviético. Yo vivo en Berlin pero como tú tampoco me he podido ir de esa Habana. Tu blog me encanta. Escribe mas que ultimamente estás un poco vaguito. Dale, chico, que me gusta leerte.
Hermoso homanaje a la hija de un héroe, el comandante Piti Fajardo.
Te acompaño en ese brindis, Cami. You know.
Yo también voy!!!! Aunque no los vi quiero conocer a Camilo.
Van mis oraciones parapronto puedas pasear por esa cuba que amas y que he aprendido a querer y hastaa extrañar ( vaya locura!!) gracias a ti.
Bendiciones.
Cami muy querido:
Igual me sucedió a mí. La noticia severa de la muerte de Puchi,
justo cuando Kiki y yo, como si fuera posible, pensábamos raptarla una tarde para hacerla lo más feliz posible. Ahora irremediablemente se ha convertido en parte cara nuestras memorias. Ya será el día de alzar su nombre juntos todos. Un beso
Gracias por tu comentario Camilo. Espero que todos la recordemos como aquella Puchi de la calle 28...
Gracias por tu comentario Camilo. Todos la recordaremos siempre como esa extraordinaria persona que vivía en la calle 28...
Puchi era como una marejada de aire fresco en la Fac. de Artes y Letras y en otras (algunas) partes. La noticia me tomó por sorpresa en fb. Gracias, Camilo, por traernosla en tu hermoso recuerdo.
Se habrá abrazado a Lichi nada más llegar a donde está él ¿cierto? No le conozco a usted, pero le leo, ni a Puchi, pero sí a Eliseo y con eso es suficiente.
Está siendo un verano demasiado triste...
Gracias siempre por las palabras. Gracias.
Gracias Camilo por escribir de la Puchi. no estuve en el apartamento de La Habana pero si en el de Canarias y les aseguro que fue siempre tan espectacular y con sus brazos abiertos para ser PUCHI, "...siempre aferrada a una palma real..."(Canción Maneco y Aitana) No se ha ido, anda con su música cubana y una frase genial brindando en alguna estrella junto a Lichy.
Amigos de los amigos. Eso posibilita Facebook en su configuración, más Nidia Fajardo Ledea, nuestra entrañable Puchi lo hizo mucho antes: enseñarnos a quererles a muchos de ustedes (los que aquí han dejado sus comentarios). Los que por acá hemos vivido en Canarias los últimos veinte años sentimos profundamente su pérdida aunque está claro que ella siempre seguirá con nosotros: nos es imposible no tenerla presente, tantra fue la alegría, las bellas cosas que nos dejó. Y es desde este lugar, desde el cariño y el dolor amalgamados, que pongo esta nota: ocurren cosas graves, muy graves e indignas ahora mismo por acá: la casa de Puchi está ocupada por uno que se dijo en su día amigo y ahora se niega a salir y además lucra con el lugar, cobrando espectáculos de poca monta y bastante público en Serrano 85, 3º, Sta Cruz de Tenerife. La alimañan en cuestión se llama Joel Anegelino, actor cubano residente -para vergüenza de todo un gremio-, en nuestra isla de adopción. Favor, cerrale las puertas, no puede merecer menos. El resto lo harán las múltiples denuncias con las que ya carga y el juicio que está en proceso.
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