A mediados de la década del 70 del siglo pasado se editó el
último Atlas de Cuba que circuló de
manera masiva en el país. Es un libraco rectangular cuya geografía hoy resulta
equivocada, pero todavía ayuda a entender el tránsito del pasado y el presente
en la isla.
Por años una de mis obsesiones más puntuales era recorrer
sus páginas. Casi siempre seguía las líneas de ferrocarril, provincia por
provincia, pueblo por pueblo. Cuando apareció Google Earth, cambié la cartografía por la visión satelital. Desde
entonces paso horas mirando a Cuba desde el cielo.
Como antes, llego a los pueblos a través del trazado de los
ferrocarriles. En los casos donde las líneas fueron arrancadas, sigo el surco
que dejaron en el paisaje, a través de ellas circulo por un país que hace diez
años no toco. Ayer, por ejemplo, hice el trayecto de Santiago de Cuba a Santa
Clara.
Salí de la estación, en el mismo borde de la bahía, y me
detuve en El Cristo y en San Luis para entender el nuevo trazado de las vías
que se hizo allí. Luego seguí por toda la Línea Central hasta llegar a
Placetas. Siempre disfruto encontrar la estación abandonada de Cumbre entre la
maleza.
Hay otras maneras de ir a Cuba, pero esa es la más exacta
que conozco. Para entrar en mi país apenas necesito dar un doble clic. A partir
de ese momento la Isla entera se abre delante de mis ojos para que yo la
sobrevuele. Siempre acabo en el Paradero de Camarones. Una vez que repaso cada
uno de sus rincones, cierro por fin la pantalla.
Irse de Cuba siempre entraña alguna tristeza, aun cuando sea
en Google Earth.
1 comentario:
Yo paseo también por las calles de Vertientes, mi pueblo, de vez en cuando. Me gusta recordar cada esquina e imaginármelas idénticas a como eran. También teníamos nuestra línea del tren, el ramal Camagüey - Santa Cruz del Sur. Me acaba de decir mi hermana que ya no pasan casi trenes y que aquellos campos de nuestra infancia han quedado abandonados en el olvido. Aguilar, Cuatro Compañeros, Forestal, son cementerios con fantasmas y zombies.
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