Unos de los tantos cuentos que se cuentan de Juana Bacallao (algunos son leyendas urbanas, otros verdades reinventadas), narra un supuesto encuentro entre la inclasificable artista y Celia Cruz. Supuestamente, fue al final de una presentación de la primera en Nueva York. Tocaron en su camerino y era Celia con un ramo de flores.
—¡Niña, piérdete, que aquí tú no sabes quién es quién! —dicen que respondió Juana Bacallao aterrorizada, antes de darle un tirón a la puerta.
Mientras le hacía una larga entrevista, Silvio Rodríguez me contó que Jesús Díaz estuvo tratando de verlo en uno de sus viajes a Madrid. Fue a principios de los años 90. Ambos habían mantenido una entrañable amistad mucho antes, en unos tiempos que el trovador definió como “duramente humanos”. Pero después que Jesús pidió asilo político en Berlín, se distanciaron y no volvieron a tener contacto.
—Me pasó un papel por debajo de la puerta de la habitación —me dijo Silvio. Se sentía tan incómodo contando la historia, que no quise aclarar una duda. ¿Él encontró la carta cuando regresó, o estaba dentro mientras Jesús tocaba y no se atrevió a abrirle a su viejo amigo?
Arturo Sandoval y Omara Portuondo coincidirán en un mismo espectáculo en el Hollywood Bowl, de Los Ángeles. Pero el trompetista se ha negado a compartir el escenario con la cantante. “Desde que me fui de Cuba no me presento con un artista que represente a Cuba. Estamos juntos pero no revueltos en el mismo programa”, dijo Sandoval.
Creo que Sandoval se equivoca, como se equivocaron Juana Bacallao (de ser cierta la historia) y Silvio. Si seguimos tirando puertas o dejando que el papel pase por debajo sin abrirlas, nos seguimos alejando de la Cuba que merecemos (que siempre será mejor que la que deseamos y la que pretendemos).
Un abrazo vale muchísimo más que todas las diferencias políticas que podamos tener. Al final del viaje esas cosas se verán tan diminutas, que todos tendremos que admitir cuánto tiempo perdimos.
7 comentarios:
Tienes toda la razon. Pero cuanto duele ayudar a artistas de la Isla y que por miedo no agradezcan el gesto noble. Porque los que impusieron el muro y el odio al que no compartiera las ideas del tirano, fue la dictadura de los Castro y muchos se esconden de los disidentes porque ponen el miedo por encima de la condición de cubanos todos.
Igual pasó en Santo Domingo entre Nicolás Guillén y José Ángel Buesa pero, en este caso, no hubo papel por debajo de la puerta, sino una llamada telefónica breve, cordial, sincera y respetuosa de parte de Guillén hacia el maestro cruceño. Hay dos testigos presenciales de la llamada. Del lado de Buesa, Mariano Lebrón Saviñón (que me la contó) y del otro lado, junto a Guillén, Raúl Rivero que acompañó a Nicolás al país para conmemorar un cumpleaños de Bosch (no recuerdo ahora mismo la fecha).
Soberbiamente escrito. Uno de los clichés de mucha gente que vive en el exilio es ver a todo artista como representante del gobierno. Puede que unos pocos lo sean en alma y espíritu, pero por mi experiencia, la mayoría son autenticamente artistas por encima de esa porquería politiquera. Del miedo se podría escribir un capítulo aparte y muchos "valientes" se verían como protagonistas. Bravo por tu entrada, como siempre!
Camilo, suelo estar de acuerdo con tus enfoques. Pero tu último trabajo, El papel por debajo de la puerta, me parece especialmente sabio. Lástima que, según creo, pocos lo ven así o están dispuestos a aceptarlo. Ni creo que esa manera de sentir se imponga en el futuro. Sobre el futuro, al menos el futuro más o menos cercano, no me hago ilusiones (tengo la impresión de que tú te haces más ilusiones que yo). Aunque creo, como dijo alguien, que se debe actuar con realismo pero como si uno se creyera el cuento lindo.
Un abrazo,
La verdad es que yo he abrazado varias veces y estrechamente a mis amigos y salvo dos o tres (que mejor ni menciono), los demás han correspondido a ese abrazo. ¡Eso es lo que vale!
Pero hay gente, de un lado y de otro, a las que le gustan los odios y las rencillas. Eso les da sabor a sus vidas... ¿qué le vamos a hacer?
Del miedo, como dice Alejandro, habría que escribir todo un tratado aparte.
Por eso mismo uní hace dos o tres años a Olga Guillot y Omara Portuondo, durante el Congreso del Bolero en el Centro León de Santiago. Hacía 50 años que no se veían. Fue muy emocionante. Hasta cantaron y bailaron juntas. Hay que tender puentes sobre los ríos de odio.
Si, como dicen soberbiamente escrito y no es tiempo de tirar la puerta, de no abrirla ...es tiempo de tenernos, de asirnos los unos a los otros sin esos rencores que se cultivan en laboratorios de los que nos quieren divididos por motivos de bolsillos o por odios genéticos....
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