Con este post quiero dejar constancia de dos deudas que no olvido. Hace ya algún tiempo le prometí a dos queridos amigos, Luis Alberto García y Alex Fleites, que les haría llegar toda la música de Andrés Calamaro y Jorge Drexler. Por muchísimas razones que no vienen a cuento (algunas de ellas absurdas), el envío nunca ha llegado a sus destinatarios.
Hoy, cuando me desperté, la lucecita roja del BlackBerry parpadeaba. Era Luisito, pidiéndome que corroborara una noticia que le habían dado Bladimir Zamora y Sigfredo Ariel. De paso, me recordaba la deuda. A mí me sucede lo mismo cuando espero por un disco. Admito que jamás un libro ha provocado en mí ese tipo de ansiedad.
Me compré mi primer disco muchos años antes de tener dónde poder oírlo. Luego, fui exageradamente celoso con mi colección de CDs hasta que la perdí íntegra, de un golpe. Afortunadamente, Steve Jobs ya nos había regalado el iTunes y desde entonces es eso lo que más me importa de mi disco duro.
Meticulosamente clasificada, con todos sus créditos y cubiertas, atesoro la música que puedo oír por el resto de mi vida. Por supuesto que seguiré añadiendo cosas, pero me bastaría con lo que ya está ahí. A esos sonidos mi identidad le debe más que a ningún escritor o pensador.
Justo por eso quiero saldar mi deuda con Luisito y Alex, porque sé lo que se siente cuando no se alcanza una música que hace falta. Si para cumplir con ellos tengo que ir a La Habana, voy.
2 comentarios:
¡Pingaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Qué bonito!
coño que volao
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