Y dijo el maestro:
«En el cielo del Paradero de Camarones se acabaron los ángeles,
ya no hay modo de que aparezca Dios entre sus celajes.
Allá arriba sólo suceden eclipses, equinoccios, ciclones y mangas de viento.
Toda luz que sea vista de ahora en adelante,
por muy rara que parezca, será asociada con la física o la química,
un fenómeno al que los científicos en Moscú le hallarán explicación en cuestión de días.
No hay arcángeles, ni espíritus, ni caballos alados y muchos menos Paraíso o Infierno.
El futuro pertenece por entero a la materia, la cual no se crea ni se destruye».
Luego, haciendo una gran nube de polvo,
borró todo lo que había escrito en la pizarra durante 45 minutos de Astronomía.
Era el 12 de abril de 1971 y en el mural pusieron un retrato de Yuri Gagarin.
El cosmonauta sonreía, atado con un hilo de yute,
colgando entre la silueta de Gómez y el alazán en dos patas de Maceo.
Diez años después de que el primer hombre subiera al espacio,
el maestro celebró semejante hazaña levantando en silencio sus brazos.
Aunque después tuviera que cruzar los dedos y persignarse,
de frente a la pared, cuando creyó que ninguno de nosotros le veía.
5 comentarios:
¡Esto es un poemazo! Estuvo entre los dos finalistas para poner en la antología del exilio, al final me decidí por el de Bebo.
Ay, Camilito, me hiciste llorar como una tonta. Qué facilidad tú tienes muchacho para decir las cosas de una manera tan simple, pero taaaaaaaannn linda. Eres el poeta de la sencillez... Guajiro al fin.
Muy bien Camilo, un abrazo..y gracias
Si Poemazo! gracias repetidas
Carajo, si yo escribiera así aunque sea para robar los aretes de la luna.
JC Recio
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