Este post lo escribí hace días, cuando vi la bellísima entrevista que le hizo Amaury Pérez a Luis Alberto García. Pero en ese momento me pareció que estaba fuera de contexto y preferí “engavetarlo”. Unas declaraciones de Pablo Milanés en Uruguay, le han dado de pronto la vigencia que le faltaba. Por eso aparece hoy y no antes.
En un momento del diálogo con Amaury, Luisito aclaró que sería incapaz de criticar a los cubanos que prefirieron vivir en otra parte. De inmediato, hizo una de lista con las razones por las que él no podría abandonar a La Habana. “¿Y si Silvio y Pablo vuelven a cantar juntos y yo no estoy?”, se pregunta.
Hace unos años, el comunicador y empresario Roberto Cavada también habló de esa posibilidad delante de mí. “Yo les pediría que lo vean como un negocio —dijo Cavada entonces—. Hagamos una gira por toda Latinoamérica, ganemos un montón de plata y después, si quieren, se vuelven a pelear”.
Otro cubano, mi querido Wichy García, hace un tiempo me dijo en un chat algo que me resultó penoso, pero muy cierto: “Si Silvio y Pablo vuelven a tocar juntos sería como ir a ver a Buenavista Social Club. Sería como visitar un parque temático o asistir a una minuciosa recreación del pasado sin consecuencias en el futuro”.
Solo que en el presente Silvio y Pablo juegan roles muy diferentes. Mientras el primero se ha convertido en un anciano reaccionario y estéril (en su último disco no hay ni siquiera un verso salvable), el segundo sigue siendo consecuente con el revolucionario que fue siempre. Mientras Rodríguez apoya incondicionalmente al régimen, Milanés lo cuestiona y enfrenta cada vez que abre la boca.
“Para mí vivir en Cuba es un encanto y un infierno, porque me duele mucho ver lo que está pasando en mi país y amo a mi país”, acaba de confesar Pablo. A un hombre que piensa de esa manera, le debe resultar muy difícil volver a subirse a un escenario con un individuo que ha llegado al extremo de apoyar a Muamar el Gadafi.
“Hoy lo vi y tenía un rostro ajeno al que yo amaba, el que dan unos años de no ser feliz” —eso puede ser lo primero que le pase por la cabeza a Pablo, en el hipotético caso de que el sueño de Luisito se haga realidad algún día.
7 comentarios:
O tal vez él sí ha sido feliz... convertirse en un testaferro del traidor de los aplausos debe haberle dado muchas prebendas y facilidades en medio de la precariedad en que ha vivido y vive en resto de los cubanos...
Esa es la realidad. Siempre hay quienes medran al amparo del poder. Rodríguez es uno de ellos. Permitió su instrumentalización, porque La Matraca Canalla que dirige la Seguridad del Estado cubano a través de sus embajadas, tiene una claque que aplaude, endosa, impone y endiosa, que sube por los aires y hace famosos a quienes sirven a la dictadura castrista; mientras difama, acosa, injuria, agrede y calumnia a quienes se le oponen. Aquí mandaron matones a sabotear una conferencia de la novelista Zoé Valdés. Y son los mismos que dicen que Silvio Rodríguez es un "gran" cantante. Lo cierto es que es repetitivo, el mismo sonsonete, la misma vocecita tipo "añoñaíto", el mismo empalagoso maquillar a la estafa del castrismo.
"Corto, pero breve". Un abrazo.
EN ESTE CASO EL MAS VIEJO, YA DEBE ESTAR CERCA DE LOS 70, ES EL MAS JOVEN.
Camilito, leo tu Fogonero y siempre termino llorando delante de la foto de la estación de Camarones, o más bien delante de lo que dices de ella.
Poeta, no entendí qué tendrían para decir esos dos testaferros de los dictadores a un público que no sea de adoradores acríticos. ¿Cómo olvidar que los dos defienden el sistema de forma irracional pero con entusiasmo?, ¿qué esperar de quien a estas alturas del campeonato todavía desea más socialismo para el pueblo cubano? ¿donde escondemos sus poemas de adulación del tirano, que les rindieron pingües beneficios, dígase de pasaje? ¿y qué hacemos con sus tantas críticas a los contrarrevolucionarios, vendidos, derechistas, esclavos del imperio, etc. que ahora deben pagar los ingresos para verlos?.
Crecí como tú escuchando esas músicas y versos, las conozco todas, pero hoy conozco muchos autores más, igual que tú supongo, y te digo con total tranquilidad: si se perdiera toda la obra de Pablo y Silvio el mundo no iba a enterarse, hasta andaría un poco más leve.
Ni me acordaba ya de aquella conversación, pero sigo creyendo lo mismo. Silvio ya me da ganas de vomitar con su acomodaticia estupidez castrista, mientras amo más a Pablo por su falta de pelos en la lengua, pero igual te digo que con tremendo gusto iría a verlos cantar juntos. Con Afrocuba y Vitier. O con Santiaguito. Supongo que la estupidez no dejaría a Silvio cantar "Cuando digo futuro", o juntos entonar "...será mejor hundirnos en el mar..." Pero ¿qué tal "Óleo de mujer con sombrero", "Yolanda" o "El vagabundo"...?
Yo sí pagaría por eso, por nuestros cándidos años ochentas.
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