Una edición monográfica que el Correo de la Unesco hizo para la ocasión, desapareció en horas de los estanquillos de La Habana. Por eso le mandé un telegrama a mi padre para que tratara de conseguírmela en Manicaragua. Cuando la tuvo en sus manos, quedamos en que me lo llevara a Camarones, durante los días que pasaría allí de vacaciones.
En cuanto llegó en su Dodge 1500, nos fuimos para la “esquina” a celebrar el rencuentro. Pero sólo había algunas botellas de Havana Club 7 años, arrumbadas encima del viejo refrigerador del Bar Arelita. No nos quedó otro remedio que pagar los siete pesos que valía aquel lujo. La etiqueta estaba comida por las cucarachas y llena de cagadas de moscas.
Hace unos días un amigo me dio a probar un Havana Club 7 años. Por un momento pensé que aquel trago me llevaría de regreso al verano de 1989. Pero el líquido crudo y aguardentoso solo sacó de mí una rara mueca. De mutuo acuerdo, decidimos refugiamos en una botella de Cubaney que me había regalado Pedro Ramón López.
5 comentarios:
Camilo, "La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud de Charenton bajo la direción del Marqués de Sade" es una de mis obras de teaatro preferidas. Me trae muchos recuerdos de la universidad, donde también intentamos montarla. me hubiera gustado que fueras el director de nuestra puesta en escena. Jajaja. ¿desde cuando no haces teatro?
Esto está muy bueno. A veces me pregunto si estas entradas son literatura o periodismo. Puede que sean ambas cosas, que tampoco es la primera vez que pasa en el mundo. De cualquier manera, que buena crónica, o minicuento, o artículo. Qué buen final, cabrón.
Estoy de acuerdo con Rodrigo, el final es buenísimo.
Este texto es una joyita, Camilón.
Bueno, buenísimo.
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