A finales de los años ochenta llegó a La Habana un segundo aire argentino. Ya no traía bandoneones ni tangos, sino películas inolvidables y un rock que por primera vez sonaba a rock a pesar de oírse en español. Las películas solo las pasaban en diciembre, mientras duraba el Festival de Cine, pero las canciones seguían circulando de mano en mano, a bordo de unos cassettes que se convirtieron en objetos de culto.
Charly García, Luis Alberto Spineta, Fito Páez, León Gieco y Juan Carlos Baglietto eran los nombres más reconocibles de aquel oleaje que nos quitó de encima la abulia del realismo socialista. Hubo un disco en especial, Tiempo difíciles, de Juan Carlos Baglietto, que al menos a mí me cambió la vida. Me recuerdo rebobinándolo con un lápiz, oyéndolo una y otra vez.
Hoy lo he vuelto a oír y está intacto. Nada ha envejecido, ni siquiera los temas atados a las circunstancias o los sonidos que dependían de la moda. Charly, Spinetta, Fito y Gieco han seguido sonando, pero la obra de Baglietto ha empezado a olvidarse y es una verdadera pena. La desaparición en vida de artistas como él, justifica todo ese espacio que ha ganado la banalidad, la bobería.
2 comentarios:
Camilo, tienes razón Baglietto era la voz de la inteligencia, su repertorio era inmejorable y es un cantante que convierte la interpretación en un ejercicio dramático. Un genio, algo que para un argentino no es nada del otro mundo. JAJAJAJAJAJAJ
Nada como Salzanitos, en el Karl Marx de los ochenta, con un Baglietto fugazmente caracterizado con bufanda y sombrero de paño, sentadito en el proscenio.
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