
Usando un verso de Silvio como trampolín, los músicos se lanzan de cabeza en la realidad cubana, llamando por su nombre a las cosas que han convertido a esa sociedad en un callejón sin salida ni futuro. El inventario, que empieza con una célebre pregunta silviana: “¿qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera?”, termina con una respuesta que abre una nueva interrogante: “Si no hubiera que sacarle presión a la caldera”.
En la Bienal de La Habana (en el Centro Wifredo Lam, para ser más exacto), la artista Tania Bruguera hizo un performance. Yoani Sánchez, describe en su blog Generación Y el escenario: “Un podio con micrófonos, delante de un inmenso telón rojo, formaba parte de la instalación interactiva que se ubicaba en el patio central.
Todo aquel que quisiera podía hacer uso del estrado para decir –en solo un minuto- la arenga que se le antojara”. A todos los que se atrevía a subir al podio, le ponía una paloma blanca en el hombro, en alusión a una providencial casualidad que ocurrió en el mismo 1959. En un multitudinario acto de masas, una paloma se posó en el hombro de Fidel Castro (y “se cagó en la suerte de los cubanos”, solía decir mi padre).
Según Yoani, un muchacho de veinte años “confesó que nunca se había sentido más libre”. “Sin embargo, ninguno de los que hablamos nos creímos elegidos, ninguno quería quedarse -por cinco décadas- gritando a través de los micrófonos”, concluye Yoani Sánchez. Con toda seguridad habrá una respuesta oficial a este suceso.
Esperemos un iracundo texto en la próxima edición de La Jiribilla y, no es descartable, hasta una reflexión del Comandante en Jefe. Sí, hay que sacarle presión a la caldera.