Antes mis peores pesadillas siempre acaban en un examen de Matemáticas del que no sabía nada. En realidad entendí muy pocas cosas de esa materia y sólo gracias a mi prima Dalgis sobreviví en el preuniversitario. De ahí que por mucho tiempo saltara de la cama cuando profesores imaginarios llegaban hasta mí y me ponía una hoja mimeografiada con preguntas que jamás, ni en sueños, lograré entender.
Mis pesadillas siguen siendo redundantes, pero ahora han cambiado y todas suceden en la línea roja del aeropuerto José Martí, donde me detienen a la hora de regresar a Santo Domingo. Por fortuna, siempre me despierto cuando entablo la discusión con el agente del Ministerio del Interior que no entiende ninguna de mis razones. Hace unos días, descubrí una manera de entrar y salir de Cuba sin ser visto.
El Archivo Connie (http://www.archivodeconnie.annaillustration.com/) me ha permitió ir a un concierto de la Orquesta Cubana de Música Moderna y oír “Pastilla de menta” en medio de un centenar de pepillas que bailaban eufóricas. Luego, al hacer otro click, entro en un cine (¿La Rampa? ¿El Riviera?) y distingo las oscuridades de P.M., el documental que provocó el cierre de Lunes de Revolución.
Connie es Anna Veltfort, una muchacha que nació en Alemania en 1945 y emigró de niña a los Estados Unidos. Desde febrero de 1962 hasta septiembre de 1972, vivió en La Habana. Según cuenta ella misma, su padrastro, un veterano de la Guerra Civil Española, “vio renacer su ave fénix con el triunfo de la Revolución Cubana y llevó a su familia a vivir y a estudiar en Cuba”.
Connie hizo el bachillerato en el Instituto del Vedado y se licenció en Historia del Arte en la Escuela de Letras de la Universidad de la Habana. Donde estudió desde el otoño de 1964. Después de graduarse, en la primavera de 1972, regresó a Estados Unidos, donde vive actualmente. El Archivo de Connie es un blog donde ella ha ido salvando todo lo que conserva de sus años en Cuba: publicaciones, música, fotografías, documentos, affiches y curiosidades.
Catalogadas por años y temas, las más increíbles cosas pueden aparecen en esa caja que, una vez que se abre, se parece demasiado a la de Pandora, sólo que todo lo que se desata de ella le hace un bien exagerado a la melancolía. Uno de los documentos llevados a PDF, recoge una visita que Fidel realizó a la Universidad de la Habana en 1967.
En una de las fotos, el Comandante le explica a Connie “un método novedoso para sembrar piñas”. En la imagen Connie da espaldas. Es la única vez que lo hace. En el resto del blog le da el frente a su pasado y lo salva con minuciosa paciencia. Al final de su nota introductoria, Connie invita a los lectores a compartir sus fotos y documentos. Yo también lo hago. Contribuyamos a que ella tenga más memoria y hagamos entre todos que el olvido sea cada vez más llevadero.
Mis pesadillas siguen siendo redundantes, pero ahora han cambiado y todas suceden en la línea roja del aeropuerto José Martí, donde me detienen a la hora de regresar a Santo Domingo. Por fortuna, siempre me despierto cuando entablo la discusión con el agente del Ministerio del Interior que no entiende ninguna de mis razones. Hace unos días, descubrí una manera de entrar y salir de Cuba sin ser visto.
El Archivo Connie (http://www.archivodeconnie.annaillustration.com/) me ha permitió ir a un concierto de la Orquesta Cubana de Música Moderna y oír “Pastilla de menta” en medio de un centenar de pepillas que bailaban eufóricas. Luego, al hacer otro click, entro en un cine (¿La Rampa? ¿El Riviera?) y distingo las oscuridades de P.M., el documental que provocó el cierre de Lunes de Revolución.
Connie es Anna Veltfort, una muchacha que nació en Alemania en 1945 y emigró de niña a los Estados Unidos. Desde febrero de 1962 hasta septiembre de 1972, vivió en La Habana. Según cuenta ella misma, su padrastro, un veterano de la Guerra Civil Española, “vio renacer su ave fénix con el triunfo de la Revolución Cubana y llevó a su familia a vivir y a estudiar en Cuba”.
Connie hizo el bachillerato en el Instituto del Vedado y se licenció en Historia del Arte en la Escuela de Letras de la Universidad de la Habana. Donde estudió desde el otoño de 1964. Después de graduarse, en la primavera de 1972, regresó a Estados Unidos, donde vive actualmente. El Archivo de Connie es un blog donde ella ha ido salvando todo lo que conserva de sus años en Cuba: publicaciones, música, fotografías, documentos, affiches y curiosidades.
Catalogadas por años y temas, las más increíbles cosas pueden aparecen en esa caja que, una vez que se abre, se parece demasiado a la de Pandora, sólo que todo lo que se desata de ella le hace un bien exagerado a la melancolía. Uno de los documentos llevados a PDF, recoge una visita que Fidel realizó a la Universidad de la Habana en 1967.
En una de las fotos, el Comandante le explica a Connie “un método novedoso para sembrar piñas”. En la imagen Connie da espaldas. Es la única vez que lo hace. En el resto del blog le da el frente a su pasado y lo salva con minuciosa paciencia. Al final de su nota introductoria, Connie invita a los lectores a compartir sus fotos y documentos. Yo también lo hago. Contribuyamos a que ella tenga más memoria y hagamos entre todos que el olvido sea cada vez más llevadero.
2 comentarios:
Pues Connie es una especie de leyenda en Cuba entre los "letrados" de los años 60 y comienzos de los 70. Gracias a ella, sus amigos escucharon a los Beatles, a Bob Dylan, a los Rolling... En su pequeña "cueva" reunía a sus leales amigos, que lo siguen siendo, leían a los "poetas malditos", se reunían amigos de la editorial El Puente, los trovadores ahora conocidos y entonces desconocidos o marginados, los amigos de veras y los que después informaban pero que siguen siendo amigos porque ¿para qué la bobería si la pobre era gringa y eso era un "pecado original" peor que el de los intelectuales para el Che? Y aquellos amigos eran sinceros y, lo curioso del caso, es que siguen siéndolo. Lo mejor era que ella comía con lo que se "daba" por la libreta y se fue a todos los entonces muy idealistas trabajos voluntarios y sociales con la Universidad. En ese tiempo, ella vivió, totalmente, como una cubana más. Por eso siente y se identifica tanto con nosotros, los oriundos de la Sufrida. No sé, Camilo, si esto te ilumine más, pero entre tus amigos hay amigos de ella, sigue manteniendo un contacto estrecho con la isla no sólo por publicaciones sino por vivencias personales de los que han quedado allá y que la aprecian y quieren mucho. Puede que a los segurosos esto le parezca cosa de la CIA -están muy enfermos de conspiraciones- pero es que no entienden que los afectos y los lazos emocionales, de época, de ilusiones, de historia, permanecen y se fortalecen con el tiempo, a pesar de la malignidad.
Ana Gómez
Un magnífico sitio, sin duda. Con muchas cosas de interés. Saludos, Camilo.
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