(Escrito para la columna Como si fuera sábado, de la revista Estilos)
Ítalo
Calvino es uno de mis escritores preferidos y Las ciudades invisibles uno de
sus libros que más he releído. En él, el célebre escritor italiano se inventa
55 ciudades para que Marco Polo le explique a Kublai Kan, emperador de los
tártaros, cómo se vive en el mundo que él no conoce.
El
propio Calvino definió su libro como una discusión, unas veces implícita y
otras explícita, sobre la ciudad moderna. “Creo haber escrito algo como un
último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas
como ciudades”, advirtió.
En
la revista Arquitexto (una de las más
valiosas publicaciones periódicas que se han producen en República Dominicana) apareció 'Alma de barrio', un ensayo gráfico de Homero Pumarol y Maurice Sánchez sobre
la ciudad más grande y más desconocida del Caribe insular.
Como
bien apuntan los editores de la revista, en este conjunto de imágenes se
exploran otros territorios de Santo Domingo, esos que nunca son reseñados ni
fotografiados por los que se concentran en exaltar el “Nueva York chiquito” de
la exclusión y la demagogia.
“Sin
ser urbanistas ni arquitectos, captan sugerentes aspectos que aportan otra
lectura de la ciudad. Este ensayo gráfico propone un recorrido por barrios de
la capital (…). Desde allí nos invitan a reflexionar sobre la eterna y
constante condición de urbe inacabada y en constante transformación”, advierten
los editores de la revista.
Descubrí
el número de Arquitexto en el que aparecen las fotografías de Homero y Maurice
en una de esas mesas donde se amontonan publicaciones para que uno no pierda la
paciencia esperando. Debo reconocer que ese hallazgo me salvó durante casi una
hora y, de paso, me empujó a escribir estas líneas.
República
Dominicana es en verdad un país muy diverso y fascinante, pero lo más valioso
de su cultura y de su gente pasa desapercibido o es reseñado erróneamente la
mayoría de las veces: O se le mira con una impostada sofisticación o se le
simplifica a lo típicamente caribeño.
De
ahí la importancia de 'Alma de barrio'. Tanto las imágenes como los textos nos convidan
a mirar a ese punto donde nunca nos enfocamos. Se trata de las puertas y las
ventanas por las que el “progreso” jamás ha pasado, esas que no escatiman
colores para dejar de ser invisibles.
En
la misma mesa donde encontré la revista Arquitexto, había más de diez
publicaciones cuyo único contenido era el exhibicionismo visceral de los que en
verdad creen que vivir en un Nueva York chiquito. Después de una breve hojeada
de tantos cocteles y fastuosas familias sonrientes, volví a las páginas de
Homero y Maurice.
Nací
en el Paradero de Camarones (un pequeño pueblo del centro de Cuba que jamás ha
encontrado espacio en los mapas) y viví hasta los 33 en La Habana. Pero hace ya
15 años que resido en Santo Domingo y es esta ciudad la que define quien soy
ahora.
Esa
es la principal razón por la que estoy tan agradecido de Homero Pumarol y de
Maurice Sánchez. Gracias a sus palabras y a sus imágenes puedo confirmar que no
vivo en una ciudad invisible, por más que traten de enmascararla, ocultarla o negarla.
1 comentario:
Feliz regreso de vacaciones!
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