21 noviembre 2013

Carlos Peña


Encontré esta foto en las galerías de un grupo de Facebook. Son los nacidos en Cruces (el municipio al que pertenece el Paradero de Camarones), que han logrado mantenerse en contacto aun cuando están desperdigados por medio mundo.
La imagen pertenece a Alina Pérez de Armas, quien también procede de una familia de ferroviarios. Está hecha en el andén de la estación. Todo parece indicar que en una de esas horas en que el Mixto (un tren que circulaba entre Cumanayagua, Mataguá y Santo Domingo) permanecía en Cruces.
Lo digo porque casi todos los que aparecen en la foto eran parte de la tripulación de ese tren. Aunque sus caras me son demasiado familiares, ya he olvidado sus nombres. Solo recuerdo el de Carlos Peña, que es el segundo de izquierda a derecha.
Me cuenta mi madre que él y mi abuelo tuvieron una enorme discusión. Solo la hermandad que había entre los ferroviarios evitó que fueran más allá de las palabras. Cuando tuve uso de razón, ya eran grandes amigos de nuevo. Y me tocó disfrutar de la confraternidad entre un maquinista y un jefe de estación.
Carlos Peña no sabía reírse si no era con una carcajada. Así lo recuerdo. Con medio cuerpo afuera de la locomotora. Mientras el Mixto retrocedía, para internarse por el ramal Camanayagua, él me saludaba con los brazos abiertos: “¡Camilitooo!”. Entonces yo alardeaba soberbio entre mis amigos.
No bateaba más que El Chiqui, ni fildeaba mejor que Norberto, ni corría las bases más rápido que El Venao; pero a ninguno de ellos el maquinista del tren Mixto les decía adiós ni gritaba su nombre. Dos veces al día, en el andén de Camarones, Carlos Peña me hacía sentir un ser superior.
Se murió sin que le pudiera dar las gracias por eso.

3 comentarios:

Lilo Vilaplana dijo...

Que linda anécdota, hace pensar. Cuantas personas se marchan de este mundo y no le damos las gracias. Y otros se van sin que le podamos decir unas cuantas verdades que merecían.

Anónimo dijo...

Mataguá!!!!!! Cuántas vacaciones pasé en ese pequeño pueblo, y cuántas veces cogi el tren primero y el Carahatas después para ir desde alli hasta La Jorobada donde vivían mis abuelos.Recuerdo el olor de los travesaños, el sonido del tren que seguía hasta Cumanayagua.Me has traído muy buenos recuerdos. Ya de esa línea no quedan ni los railes.

Anónimo dijo...

empingao' fogonero, solo empingao'