Hace un tiempo tuve una larga discusión con tres amigos. Fui
a raíz de la renuncia de Antonio José Ponte y Pablo Díaz Espí del Consejo de
Redacción de la revista Encuentro de la
Cultura Cubana. Mis amigos defendían a capa y espada la permanencia de esa
histórica publicación. Yo, en cambio, creía que su ciclo había terminado y que en
ese momento lo más importante era promover diálogos entre cubanos a través de Internet.
El tiempo me dio la razón. En la actualidad, Diario de Cuba (que fue creada por Ponte
y Díaz al abandonara Encuentro…) es
una de las páginas más visitadas sobre nuestro país dentro y fuera de la Isla. Comunicadores,
artistas, escritores, intelectuales, economistas, científicos y cubanos
residentes en cualquier esquina del mundo, confluyen y dialogan en tiempo real
en Diario de Cuba, sin necesidad de una
imprenta, subscripciones o envíos por correo.
Algo semejante ha sucedido con El Nuevo Herald. Hace unos días advertí que ya no estaba en mi
ritual de las mañanas. En cuanto me levanto, antes de que Lérida me haga el
primer café con leche (son dos, en un lapsus de 30 minutos), suelo hacer una
rutina informativa que incluye El País,
El Mundo, ESPN Deportes, Diario de Cuba,
Granma, Cubadebate, la prensa dominicana y un puñado de blogs que sigo.
Antes, sobre todo por el tema de Cuba, en esa lista figuraba
El Nuevo Herald. Pero resulta que de
un tiempo a esta parte la información que publican allí es cada vez menos relevante
y, casi siempre, ha aparecido antes en otros medios. Café Fuerte, un foro que gestiona el periodista cubano Wilfredo
Cancio Isla con un reducido grupo de colaboradores, desplazó al periódico de la
Florida en mi lista de Favoritos.
Es curioso, mientras el volumen de información de Café Fuerte crece, Miami Herald Media no
para de despedir empleados o de ponerlos en licencia sin suelo. Eso no se debe
a la crisis económica sino al final de una era. Ya está probado que un blog
personal, escrito en las condiciones más precarias e inimaginables, puede llegar
a tener una audiencia mucho mayor que un medio con una nómina de decenas de
periodistas.
Nada va a detener los cambios
que se están produciendo y los que no se atrevan a cambiar, tendrán que hacerse
un lado y dejarle su espacio a los que sí lo han hecho. Mientras tanto, podemos
servirnos un café bien fuerte como réquiem por El Nuevo Herald.
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