18 octubre 2011

Santa Clara

Siempre he mentido. No soy del Paradero de Camarones. Llegué allí con 6 años, cuando mis padres se divorciaron y mi madre me llevó a vivir con mis abuelos. En realidad nací en la Clínica del Maestro de Santa Clara. Pero, en honor a la verdad, solo hay dos espacios de esa ciudad que reconozco como míos.
El primero es el estadio Augusto César Sandino. Soy fanático del béisbol y ese es el campo donde la Trituradora Naranja escribió su leyenda. En la hierba del jardín central sucedieron las jugadas más espectaculares de Víctor Mesa. En su pizarra se anotaron los momentos más felices de mi provincia.
El segundo es el nudo ferroviario. Siempre que subía al apartamento de mi tío Aldo, buscaba la ventana por donde se alcanza a ver el taller de locomotoras y parte del Patio Norte. Eso hice en cuanto llegué. Una vez allí, me reencontré con los olores de la ciudad y con los ruidos por los que la descubro.
La mayoría de los que llegan a Santa Clara van en busca de una tumba, de un tren descarrilado o de un parque donde un niño le saca el agua a su bota. Ninguno de esos símbolos tiene nada que ver conmigo. Los trenes que yo busco aún se mueven y el parque está delimitado por líneas de cal.
Santa Clara es una ciudad mucho más extensa, pero apenas dos espacios suyos me bastan para encontrarme con ella. Dure lo que dure mi estancia, puedo moverme por ellos sin tener que ir más lejos.

2 comentarios:

Juan Carlos Recio dijo...

estuvimos cerca de nuevo, carajo

Anónimo dijo...

Se que Ud. siente que le faltaron lugares.Intuyo que recordo La Loma del Capiro,El Parque de la Pastora,El Carmen,Buenviaje,Independencia y El Parque Vidal.Y porque no, El Paseo de La Paz. El Condado y La Ceibita.Gracias Sr.Venegas por traerme gratos e ingratos recuerdos de nuestra ciudad.