18 octubre 2011

Cuestión de fechas

Diana quiso que lleváramos un ejemplar de mi libro Itinerario. Ese cuaderno, publicado en 2003 gracias al poeta dominicano José Mármol, termina con un texto que menciona dos fechas. La primera es el día de mi salida de Cuba, el 30 de noviembre de 2000. La segunda, la del retorno:
“Pondré aquí la fecha del regreso./ Aunque lleguemos debajo de un aguacero torrencial/ y en el aire de Camarones/ esté flotando el arcaico olor de la caña quemada,/ seré estricto:/ el día, el mes, el año/ y el ruido monótono del mar que me sale al paso por todas partes”.
Cometí dos errores de cálculo. El aguacero torrencial en verdad sucedió unas semanas antes, en la Zona Colonial de Santo Domingo, y el olor de la caña quemada ya es muy poco probable. Apenas quedan cañaverales en el paisaje de mi provincia. La aridez y la desidia han podido más que las razones de esa tierra.
Llegamos al andén de mi pueblo el 20 de septiembre de 2011. A las 2:36 de la tarde, para ser más exactos. Puse esos números al final del poema y agregué una pregunta. Diana me pidió responderla días después, en el andén de la estación de El Cristo.
Estuvimos allí unas horas más. Quise volver a ver cómo se perdía la tarde en las matas de mango de la casa de Mercedita. Después nos fuimos, ya no tengo cómo quedarme en el Paradero de Camarones.

11 comentarios:

Odette Alonso dijo...

Eso es de tranca: cuando entiende uno que ya no se puede quedar.

Anónimo dijo...

Repito, envidio a Diana.

Anónimo dijo...

Si es duro descubrir que ya no pertenecemos a ningun lugar.

carmen luisa dijo...

supongo que cuando lleguemos al andén del cristo nos vamos a eenterar de quien es diana. o es un personaje literario. si es real, ha tenido un privilegio envidiable. hacer ese viaje que tu has hecho a cuba contigo es un verdadero lujpo- felicidades a los dos y que dios los bendiga.

Juan Carlos Recio dijo...

partir y volver a partir sin regreso, buenas todas, mis saludos.

Hamlet Otañez dijo...

Anoche lectura al completo del regreso, en El Fogonero. No soportaba el pago a plazos y lo cobré de un tirón.
Por compartirlo y por trasladarnoslo con todos los aires, las luces y los olores.... gracias. Ahora te queremos más.

ZoePé dijo...

Es que ya somos de un lugar que sólo está en los recuerdos. Porque la verdad, es que la vida está en otra parte, como diría Kundera.
Gracias por esta seguidilla del regreso al Paradero de Camarones.
Saludos.

Anónimo dijo...

y que le preguntaste a diana??????

Anónimo dijo...

cada vez que haces una nueva, pienso que es la que más me gusta.

Anónimo dijo...

ES MEJOR SEGUIR SALVÁNDOSE: NO QUEDARSE. "LA VIDA ESTÁ EN OTRA PARTE." SÍ, KUNDERA, KUNDERA.

BESOS. (LEMIS)

Felipe dijo...

De nuevo la añoranza de los regresos..... Aqui te pongo lo que escribi a mi regreso, a ver si Odette se acuerda de mi....

el bache es real, todavia lo pueden ver en la esquina de San Vicente, en la cafeteria El pichardo, en Pueblo Nuevo, Matanzas...

Oda al regreso

Los regresos son realmente impredecibles,
porque después de un tiempo,
No sabes que te has ido o por que vuelves.
Ya no entiendes de aduanas de locos aeropuertos,
diseñados por aprendices de empresarios,
que con una sonrisa y un cálido uniforme verde olivo,
Te cobran por decreto lo que te pertenece por arbitrio.

Los regresos son casi como sueños,
casi, porque los sueños no te duelen,
ni tienes la facilidad de abrir los ojos,
y detener lo que cruza por tu mente.
Y sorprende el hecho infalible de lo que sabias de memoria,
que nada ha cambiado, que todo sigue igual.

Los mismos rostros tristes,
y aquel hermoso bache en el mismo lugar,
(Solo que más grande y más oscuro)
Y aquellos mosquitos amistosos,
que te chupan la sangre alegremente,
mientras el dueño del lugar te chupa los bolsillos
a la vez que te sonríe desde esa pancarta inmemorial.

O aquella sonrisa desdentada,
que te recuerda tu maestra de la infancia,
tu pasado y las marchas tumultuosas,
y la razón por la que un día,
un día como hoy, un día cualquiera,
Juraste no volver a este lugar.

Pero te traiciono tu maldita retentiva,
y ese deseo de creciente contacto reprimido
con la tierra que labraste desde niño,
cuando te prometieron un futuro luminoso
con la combinación del hombre del mañana.
Y en vez de eso, solo un bache que te mira,
y se asombra de verte regresar.