Ya le habían dicho que yo estaba en el pueblo. Pero no se
atrevió a salir a buscarme. Se quedó en casa de Mochila (el improvisador, el
verdadero poeta) hasta que yo empecé a vocearle. Me abrió los brazos de lejos y
salió caminando hacia mí sin apuro, tratando de retrasar lo más que pudiera el encuentro.
Escribí hace un tiempo sobre quién era Gustavo el Chambón y todo lo que
significaba para mí. Participamos juntos en incontables batallas con
tirachapas. Jugamos partidos decisivos en el viejo terreno de pelota, aquel que
estaba en medio de un cañaveral, camino de La Flora.
Descubrimos el alcohol a la misma edad y nos emborrachamos
en todos los carnavales a la redonda: Cumanayagua, Potrerillo, Cruces, San
Fernando de Camarones, Palmira… Gracias a su corpulencia y a su fuerza bruta, era
una especie de talismán que llevábamos por todas partes para que a nadie se le
ocurriera meterse con nosotros.
El Chambón es un guajiro rudo, veterano de Angola, un fajador
incansable en cada pelea cotidiana. Por eso no me atreví a decirle que ahora
prefiero el ron añejo y a las rocas, con un chorrito de agua Perrier. Volvimos a
beber como siempre, a pico de botella, debajo de un sol que rajaba las piedras.
Aun así quiero que conste que, cuando nos abrazamos, él
empezó a llorar primero.
10 comentarios:
Volví a sonreír
Me vas a hacer llorar a mi, que vengo siguiendo estas entregas como si fuera una novela por capítulos; si si, de esas que le dicen culebrones.
Na! No es peyorativo, eh? Es una suerte leerte, en estos días, sobre esa aventura del regreso.
Gracias.
Saludos.
Gracias, Camilo!
He leído todo, todo lo que has escrito sobre tu viaje a Cuba. Increíble en cuantas cosas coincido contigo: sentimientos encontrados, nostalgia infinita, cambios notables y sorpresa ante lo que se nos presenta. Al final, alegría de volver a la tierra que queremos y que a veces no podemos reconocer.
Regresé hace menos de una semana de La Habana, todavía estoy tratando de asimilarla...
Un abrazo y espero algún día conocer El paradero de camarones.
Un abrazo,
Tremendo viaje, Camilo. Solo te falto pasar por Sagua la Grande.
Un abrazo.
Siempre el reencuentro con los amigos es mágico ¿Verdad Camilo?
Lo tuyo es hacer llorar a las masas, ¡¡¡coñó!!! Vaya, desde Cinema Paradiso no escuchaba una crónica de vuelta al pueblo tan conmovedora. Gracais por compartirlo.
¡Sencillo y conmovedor! Realmente algo muy especial, ¡Gracias por compartirlo!
Empingao!!!! asi de simple
Grandeza. Mucha grandeza humana en estas crónicas.
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