Fotograma de una escena de Memorias del subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968) con música de Pello el Afrokán. |
El caso del Taiger me avergonzó, porque demostró mi cada vez mayor desconocimiento de la Cuba actual. El país donde nací ya no existe y, a tres años de cumplir los 60, no me queda vida para sentarme a esperar por la reconstrucción de una nación y una sociedad que hoy están en ruinas.
No puedo precisar cuándo di a Cuba por perdida, pero lo cierto es que ya le presto mucha más atención a los territorios que habito. Por eso no sabía quién era el Taiger ni había oído jamás nada suyo. Desde semejante ignorancia, me resulta imposible juzgar su obra.
Dejo eso a los entendidos y a los que les dice algo eso que él hacía. A mí, francamente, me resulta ajeno, irrelevante. Y con esto no le estoy restando importancia a él sino a mi juicio. Aunque juzgar lo que se desconoce es uno de nuestros deportes nacionales, sigo prefiriendo el béisbol.
Disfruto presumir de mi colección de música cubana. Ella es la suma de mis gustos con los de mis abuelos, mis padres y mis más queridos amigos. Casi todo lo que oigo de Cuba pertenece al siglo pasado y a artistas muertos. Con Marta Valdés perdí a uno de los pocos vivos que me van quedando.
Nunca me gustó Pello el Afrokán, pero por una cuestión nostálgica tengo un disco suyo que a veces suena en la emisora con mi nombre que me ha preparado iTunes. En el momento menos esperado, empiezan a retumbar a mi alrededor unos incesantes tambores y un coro que pregunta una y otra vez dónde está Teresa.
Cuando Pello se convirtió en el músico más popular de Cuba, casi todas las leyendas de nuestra música aún vivían. Pero eso no impidió que el ritmo mozambique, uno de los más pobres de todos los creados en la isla, se impusiera como la banda sonora de los primeros años de la revolución.
Quizás el Taiguer sea la banda sonora de su final. Y su música, como lo fue la de Pello en su época, el más genuino resumen del momento que se vive allí. De Pello al Taiguer, se podrá acotar en la línea de tiempo y ahí las dudas sobre la trascendencia de ambos quedarán despejadas.
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