Casi
todas las noches de mi infancia las pasé en un sillón de majagua, entre mi
abuelo Aurelio y mi abuela Atlántida. Junto a ellos veía los programas de
televisión que más les gustaban. Había uno, Álbum
de Cuba, que esperaban con especial ansia.
Era
conducido por Esther Borja, una de las más grandes cantantes cubanas del siglo
XX. Acompañada por un piano, vestida como si fuera la noche más importante de
su vida y no un jueves cualquiera, la soprano interpretaba a Gonzalo Roig,
Rodrigo Prats y, sobre todo, Ernesto Lecuona.
Recuerdo
que a veces, cuando Esther cantaba, a mi abuela le corrían las lágrimas. Aún
así, con el rabo del ojo, vigilaba a mi abuelo. Era obvio que en el fondo
sentía celos de aquella mujer que, en una época de desparpajo proletario, defendía
con ahínco lo más fastuoso de la República.
Muchos
años después, cuando mis abuelos ya habían muerto, me invitaron a participar en
un jurado del que ella y Cuca Rivero —la Profesora Invisible—también formaban
parte. Me estremecieron su sencillez y su naturalidad, también su agudeza. Para
sorpresa nuestra, los organizadores del evento nos dieron la misma habitación a
los tres.
Era
una suite a orillas de la bahía de Cienfuegos. Hablamos muchísimo de muchas
cosas. Me pidieron que las acompañara al bar. Ellas se tomaron una limonada y
yo un añejo doble a las rocas. Aunque cada quien tenía su cuarto dentro de
aquella espaciosa morada, no miento si les digo que dormí una noche con Esther
Borja.
Hoy la Damisela Encantadora cumple cien años. Me gustaría volverla a llevar del brazo hasta un bar, para que brindemos por ella y por la Cuba que ha defendido con tanta pasión. ¡Felicidades, bella cubana!
Hoy la Damisela Encantadora cumple cien años. Me gustaría volverla a llevar del brazo hasta un bar, para que brindemos por ella y por la Cuba que ha defendido con tanta pasión. ¡Felicidades, bella cubana!
4 comentarios:
¡Qué lindo!
Inmenso brother!
Bello recuerdo, Camilo. Te envidio. Yo también hubiese querido dormir una noche con ella.
Un abrazo.
Mario.
Excelente, que grata compañía para este amanecer, un beso.
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