William era cazador. Tuvo muchos oficios, pero en ninguno
fue más perfecto que apuntándole a una codorniz en pleno vuelo. Eso lo heredó
de Benigno, su padre, quien le caía a tiros al cielo del pueblo cada vez que se
cumplía una fecha patria. Como buen cazador, William ha desarrollado un olfato
de sabueso.
Él fue quien descubrió que alguien andaba caminando por el
andén a una hora en que no pasa ningún tren. Salió a la línea y me preguntó qué
quería, a quién buscaba. Tuve deseos de responderle que a mí mismo, pero hice
silencio. Como a los mudos, siempre se me da mejor escribir las cosas que
decirlas.
—Ahí no hay nadie —me dijo antes de reiterar su advertencia—.
A esta hora, además, no pasa ningún tren.
—Soy yo, William, soy yo —fue lo único que se me ocurrió
contestarle.
No sé si era el resplandor de la tarde o que yo he cambiado
demasiado, pero tuvo que acercarse mucho. Lo hizo sin hacer ruido. Caminaba
sobre la hierba como quien persigue a una presa. Solo quitaba un pie cuando el
otro había encontrado el firme entre las piedras.
—Coño, Camilito —dijo y se abrazó a mí llorando.
Siempre que pensaba en el regreso, trataba de buscar los
resortes para no llorar. Se me salen las lágrimas con mucha facilidad y el
Paradero de Camarones no es un cine, donde se puede sollozar con disimulo. Los
hombres que lloran en mi pueblo lo pagan caro.
Esta vez también fui el segundo en empezar a llorar. Después
de todo, ¿para qué iba a evitarlo si ya un cazador lo estaba haciendo?
6 comentarios:
genial
Camilo, este es el que más me ha gustado. Esta vez si te describes como eres: como los mudos, "se te dan mejor escribiendolas que diciendolas".Conseguiste que tambien llorara, se me pierde la vista por las vias del ferrocarril, no me canso de ver la foto. Qué viaje has tenido.
Un abrazo,
Y yo, yo también lloro.
No pienso llorar.. porque también soy de "en vuelta" de tu pueblo, y sé cuanto cuesta un sollozo mal envuelto bajo el brazo. Te agradezco por las dos fotos, la gráfica y la escrita. En una.. las paralelas se pierden hacia un infinito donde probablemente aun se encuentra mi primera gran ciudad: Cruces. La segunda.. que tan bien redactas.. es una centella de luz, en lo oscuro de una infancia que ya queda lejana!. Sigue hablando!
Por Dios no tengo que saber el nombre de esta persona para saber quien es el o la anonimo....predecible, pero siempre encantadora.
Es tan lindo llorar... y si es acompañado: ¡mejor!
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