Para ganar aquella máquina, que sustituyó a la batea que había debajo de la mata de toronjas, mi madre tuvo que medir sus méritos con los de su propia hermana, mi tía Cary, en una asamblea del sindicato. Afortunadamente, al final sobró un ticket en la provincia y las dos fueron premiadas. Hace unos días, mientras recordaba aquellas historias, Lérida admitió que eso era lo único que destruía la hermandad ferroviaria: la lucha por el derecho a un efecto electrodoméstico.
Aunque en el mundo real los blogs empiezan a estar en decadencia, reemplazados por Facebook, Twitter y otras herramientas mucho más participativas que una bitácora personal, en Cuba recién se han empezado a “masificar” y la manera de asignar el derecho a tener uno se parece mucho a la usada para los efectos electrodométicos.
Esa es la razón por la que las conexiones a Internet son uno de los negocios más lucrativos que hay ahora mismo en la bolsa negra de la Isla. Si antes los macheteros iban a la zafra para poder revender a sobreprecio las latas de carne rusa, las cajas de talco Brisa, los pomos de colonia Fiesta y los cupones para efectos electrodomésticos; ahora son los cibernéticos con acceso a un servidor los que tienen la mocha en la mano.
En el mundo real para tener un blog sólo hay que teclear www.blogger.com/start y darle “enter”. En Cuba, en cambio, eso es algo que sólo se consigue después de una larga lucha. Pero lo más terrible viene después, cuando llega el momento de pensar bien las cosas antes de decir nada.
4 comentarios:
Que chevere este articulo , sonrei recordando la lavadora aurika de mi madre que muy rapido perdio la secadora, porque mi tio la convirtio en un peligroso ventilador que nos ayudaba a pasar mejor las calurosas noches en Nuevitas.
No faltará quien piense, en el mundo, que esto es mentira, ficción, que lo inventamos por gusanos que somos...
No olvides lo que dijo Ramiro Valdés, Camilo, internet es un potro salvaje que hay que domesticar... como al pueblo cubano y sobre todo a sus intelectuales, que ahora son mansas yegüitas.
Y lo peor es cuando los que está allá adentro tratan de justificarlo todo y se creen el cuento de que están viviendo en un país y no en la caricatura desdibujada de San Nicolás del Peladero.
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