Réplica de la cabaña que Henry David Thoreau se construyó en Walden. |
(Escrito para la columna Como si fuera sábado, de la revista Estilos)
Mi
hija nos trajo un regalo de Madrid. Aunque en apariencia es un libro, en verdad
puso en nuestras manos una convicción. De todos los regalos que me ha hecho Ana
Rosario en sus 20 años (además de sus logros como estudiante, que me llenan de
orgullo y felicidad), este es el que más me ha gustado.
El
libro se llama Walden, la vida en los bosques y su autor es Henry David
Thoreau. La primera vez que lo leí, tenía más o menos la misma edad que ella ahora.
Por eso disfruté tanto oírla hablar con pasión de “anti esclavismo”, “derechos
civiles”, “desobediencia”, “contemplación de la vida silvestre” y “pereza”.
Ana
Rosario se esmeró tanto en demostrar el valor de su obsequio, que abandoné lo que estaba leyendo y regresé a Walden. 20 años después de la primera
lectura, ni el libro ni yo somos los mismos. La primera vez que lo leí aún era
estudiante, ahora soy un hombre más viejo que su autor.
Antes
de tocar el primer párrafo, abrí Google Map y busqué Walden Pond, en Concord. En
ese bosque de Massachusetts, justo a la orilla del lago, Henry David Thoreau se
construyó una pequeña cabaña en la que vivió por dos años, dos meses y dos días.
Corría el año 1845.
El
escritor se había propuesto varias cosas. Por un lado, demostrar que la
verdadera vida del hombre es la vida en la naturaleza. Solo así puede librarse
de las esclavitudes de la sociedad industrial. Por otro, comprender a la
naturaleza y aprender a interactuar con ella, respetando sus reglas y
obteniendo sus recompensas.
“Fui
a los bosques porque deseaba vivir en la meditación, afrontar únicamente los
hechos esenciales (…). Quería vivir profundamente y extraer todo lo maduro como
para infligir una derrota a lo que no es vida; guadañar un ancho espacio a ras
del suelo”, dice Thoreau.
Al
principio les advertí que mi hija no nos regaló un libro, sino una convicción.
Releyendo Walden, he decidido construirme mi propia cabaña. La mía no podrá
ser localizada en Google Map, ni tendrá un solo clavo. Será intangible. Tanto
su estructura con el bosque que habrá a su alrededor serán imaginarios e irán
conmigo por donde quiera que vaya.
Ya
es imposible librarse de la vida moderna. Soy cubano y sé lo que cuestan el
aislamiento y el autoaislamiento. Pero también conviene no dejarse arrastrar
por esa epidemia de banalidad que se ha extendido por todas partes.
Mi
cabaña será aún mas pequeña que la que se construyó el autor de La
desobediencia civil. En ese
refugio mantendré lo que de verdad me importa, esas esencias que me
permiten disfrutar de cosas tan simples como un atardecer en el Morro de
Montecristi o la algarabía de un montón de ciguas palmeras alrededor de su
nido.
“No
existió ningún norteamericano más auténtico que Thoreau”, dijo una vez Emerson. Y tenía razón, se trató de un personaje que siempre despreció
las formalidades burguesas, la frivolidad de las normas sociales y las
petulancias de los intelectuales. Prefería llevar una vida simple y lo más
honesta posible. Esa actitud suya lo llevó a convertirse en un desobediente y
en la gran inspiración de Tolstói, Gandhi y Luther King.
En
los tiempos que corren tener una opinión propia y sostenerla es ya todo un
acto de rebeldía. Justo por eso cambiamos a María de colegio hace un año. No queríamos
una niña instruida para comportarse en la sociedad dominicana, sino una mujer
formada para aportar algo en cualquier cultura del mundo.
Su
nuevo colegio ha sido su cabaña de Thoreau. Allí adentro, junto a niños de
diferentes condiciones, es libre y aprende la gran responsabilidad que eso
significa. Diana también se está construyendo su cabaña. Aunque está muy cerca
de la mía, es totalmente independiente. A veces ni siquiera permanecemos en el
mismo bosque.
Y
tú, si todavía vives alquilado, te recomiendo esta sencillísima manera de tener
una casa. No precisa de un préstamo, ni siquiera de un inicial. Sus paredes son
invisibles y dentro no hacen falta muebles, porque el mundo interior, la
sensibilidad y las convicciones se adaptan a cualquier espacio.
Si
no sabes cómo, pregúntale a Thoreau. Él nos enseñó a nosotros. Con toda
seguridad a ti también te sabrá decir.
7 comentarios:
Eso es escribir bien y cantar claro!!. Gracias Paisano!!!
ESTO ES UN HOME RUM POR EL CENTER FIELD!!!!
Inspirador, Camilo. Muy apropiado no para terminar el año sino para comenzar el que viene.
camilin cuando aflora tu sensibilidad de guajirito inteligente te vuelves un ser fascinante... beso...
MUY BUENO, GRACIAS POR COMPARTIR ESTAS IDEAS TAN INSPIRADORAS, ME GUSTA CUANDO EL FOGONERO TOMA ESTE GIRO, AUNQUE LO OTRO TAMBIEN SE DISFRUTA MUCHO
Genial! Gracias Camilo Venegas Yero, lo comparto en mi muro.
Eres un sabio. Gracias!
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