Anoche vi uno de los mejores juegos de béisbol de mi vida. Por la diferencia de hora y las 14 entradas que duró el encuentro, me acosté pasadas las dos de la mañana. Jugaban Cienfuegos contra el Habana. Fue un duelo de lanzadores de principio a fin. Un verdadero lujo en la pelota cubana actual.
Otra agradable sorpresa fueron las estrategias de Iday Abreu, el manager cienfueguero. Aunque juega en un campeonato donde es normal que los bateadores sobrepasen los 400 de average, él insiste en las tácticas de la Liga Nacional. Ordena el toque y el robo de bases, fabrica jugadas y produce carreras como un ajedrecista, al mejor etilo de Bobby Cox.
Con orgullo, oí los lugares de nacimiento de los peloteros: Palmira, Cruces, Mal Tiempo, Lajas, Cumanayagua, Aguada, Rodas… Cuando Osvaldo Arias conectó el enorme jonrón para empatar el juego, a más de mil kilómetros de distancia, me sumé a la inmensa algarabía que con toda seguridad recorrió al Paradero de Camarones de un extremo a otro.
Tantos años después, Cienfuegos vuelve a estar entre los grandes de la pelota cubana. Aún no tienen la silueta del elefante cosida en la manga, pero ya recuperaron la estirpe de los paquidermos. Ahora tenemos que esperar por los otros tres equipos. Ya viene llegando, dice una canción que los cubanos aprendimos a tararear en silencio. Ya entiendo por qué fui tan feliz anoche.
3 comentarios:
Te imaginas una final Cienfuegos vs Villa Clara? Ahi si vamos a estar encontados.. :)
También lo vi el juego, tremendo
JC Recio
Como Industriales se fue, este año no habrá chucho pa ti. Voy a extrañar la esquina caliente de la blogosfera y facebook, porque de los que quedan, por mí se pueden caer a batazos entre ellos. Nos vemo el año que viene.
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