En el Paradero de Camarones hubo una época en que la gente presumía sus tractores soviéticos. Los adornaban con piel de conejo y figuras de hojalata. Una vez por semana, los sumergían en el río Caunao para quitarles el polvo de la zafra. Casi todos, en lo alto de la cabina, llevaban atados un radio VEF 206 donde sonaban sin parar rancheras y corridos.
A finales de los años setenta, cuando llegaron las primeras alzadoras que andaban marcha atrás, el pueblo entero se congregó frente al garage de Luzbel Cabrera para ver aquella máquina con todo al revés.
—Esos tractores matan a cualquiera —advirtió Cebollón, el repartidor de periódicos— porque uno cree que van cuando vienen.
—No seas comemierda, chico —le respondió Lito Quinto después de lanzarle un escupitajo a los pies—, fíjate en la dirección que lleva el tractorista y olvídate del aparato.
El periódico Granma acaba de lazar la alarma de que los campesinos cubanos están renuentes al uso de bueyes en lugar de tractores. Según el reportaje, solo en Camagüey hay un déficit de 1.469 yuntas, casi el 50 por ciento de lo planificado. Primero los convidaron a creer cuando les decían futuro. Ahora quieren que regresen al pasado y, desde allí, traten de arar el porvenir con viejos bueyes.
3 comentarios:
Kant tenía razón, ya ves? Marx no supo verlo: después del odiado capitalismo regresa la comunidad primitiva. L.Q.Q.D.
Cuando abrí los ojos al mundo, en la finca Esperanza y Sumidero propiedad de los hermanos Grillo, en el Central Mercedes, llanura de Colon, Matanzas. Ya Marcelino conducía un Fordson Mayor de petróleo hacia y desde el central en el tiro de caña de azúcar. Los bueyes eran cosa del pasado, aunque otros que no tenían los medios aun los utilizaban. En el lapso de tiempo que un carretero con bueyes a paso lento daba un viaje con una carreta, al central, aquel Ford azul daba dos, con tres carretas. Cuando aquella cuidada finca fue “intervenida” por el INRA para hacer de Cuba un paraíso del proletariado, algo afecto aquel laborioso tractor, pues en apenas seis meses, sin el cuidado de Marcelino, termino como chatarra abandonada. Nuevos y relucientes MTZ soviéticos, irrumpieron en aquel entorno, como espantados de aquel clima tan distinto. Los nuevos tractoristas cubanos, indolentes asalariados del estado, se encargaron de que duraran lo que un merengue en la puerta de un colegio. Si algún crédito es necesario darle al comandante es el de inventar la maquina del tiempo. A llevado a la nación a la edad de piedra y me temo que el viaje regresivo continua. Me imagino al ya desaparecido Marcelino en esta nueva etapa señalada por Granma, aguijoneando a la yunta de pie, profiriendo alguna blasfemia y arreándolos con un significativo: !!Comandanteeee…. Bandolerooooo !!
Como dices breve pero al punto ya es una realidad inconsolable que sufrimos todos los cubanos amantes de la libertad y progeso. Aquello tendrá que desmorarse como régimen y esa sociedad que ha sobrevivido tanto tiempo se levantará y "llenará esa costilla de cerdo hoy vista en el hueso". Le envio al Camilo Venegas un saludo, felicitación y mi comentario y a ti Frank las gracias por este envio.
Por su interesante contenido me sirvo reenviarlo.
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