En los últimos días he rescatado, gracias al Facebook, muchísimas cosas que ya creía olvidadas, perdidas. Uno a uno, han ido reapareciendo buena parte de los seres que me rodearon y quise en la Escuela Nacional de Arte, allá en La Habana de los años ochenta del siglo pasado.
París, Guadalajara, Berlín, Miami, Buenos Aires, Hermosillo, Valencia... En cualquier punto que se pueda señalar en el mapa, hay uno de nosotros desperdigado, tratando de sobrevivir con toda aquella nostalgia acuestas. Casi ninguno dice lo que hace. A pocos les interesa el día a día de los demás.
Lo que sucede ahora en Francia, México, Argentina o España no nos incumbe. Joel, Salvador, Ania, Eloy, Jorge Luis, Audry, Wichy y Lozano, entre ya no sé cuántos más, lo que más disfrutan es volver a contar aquellas escenas que sucedieron a lo largo de cinco imborrables años, entre los matorrales del Country Club, las cúpulas de las aulas, el eco de los ladrillos y el hedor del río Quibú.
No es que ninguno tenga problemas con el presente ni que le tema al futuro. Cada quien, incluso, parece a gusto en el entorno que habita. Por lo que leo y por mi propia experiencia, la añoranza ni siquiera se ha convertido en un círculo vicioso del que no se pueda salir. Todo lo contrario. Es sólo que ninguno se atreve a deshacerse de aquella época en que fuimos tan comemierdamente dichosos.
Es eso, es eso.
París, Guadalajara, Berlín, Miami, Buenos Aires, Hermosillo, Valencia... En cualquier punto que se pueda señalar en el mapa, hay uno de nosotros desperdigado, tratando de sobrevivir con toda aquella nostalgia acuestas. Casi ninguno dice lo que hace. A pocos les interesa el día a día de los demás.
Lo que sucede ahora en Francia, México, Argentina o España no nos incumbe. Joel, Salvador, Ania, Eloy, Jorge Luis, Audry, Wichy y Lozano, entre ya no sé cuántos más, lo que más disfrutan es volver a contar aquellas escenas que sucedieron a lo largo de cinco imborrables años, entre los matorrales del Country Club, las cúpulas de las aulas, el eco de los ladrillos y el hedor del río Quibú.
No es que ninguno tenga problemas con el presente ni que le tema al futuro. Cada quien, incluso, parece a gusto en el entorno que habita. Por lo que leo y por mi propia experiencia, la añoranza ni siquiera se ha convertido en un círculo vicioso del que no se pueda salir. Todo lo contrario. Es sólo que ninguno se atreve a deshacerse de aquella época en que fuimos tan comemierdamente dichosos.
Es eso, es eso.
10 comentarios:
CAMILO, MUY LINDO ESO QUE ESCRIBES Y QUE ES MUY CIERTO, YO A LO DE COMEMIERDAMENTE DICHOSOS LE PONDRÍA UNA FRASE, CON LA QUE SIEMPRE CORONO ESTAS ANÉCDOTAS Y RECUERDOS DE ESOS TIEMPOS MARAVILLOSOS... !CUANDO ÉRAMOS FELICES Y NO LO SABÍAMOS...!
*Úsala, pero tiene copyright...jajaja
Ummm. Es un tilin más que eso...ya lo hablamos y lo sabes. No te quieras convencer a tí mismo de que no. No juegues al salmón...
No tengas temor a decir que añoras esa época. Parece que necesitas justificarte, tal vez porque los recuerdos están encerrados allá en aquella nuestra Isla. Eso le pasa a todos...los campesinos cuando se van a vivir a las urbes, recuerdan con un entusiasmo explosivo su pueblo natal, claro para ellos no media un hecho político, eso también es verdad.
Yo soy de donde hay un río, de la punta de una loma... Bueno, no, yo soy de donde hay un apestoso Almedares, de la punta de un Obelisco con forma de jeringuilla, pero es lo mismo. Teníamos muchos libros y dos 'casi canales' de TV, vivíamos en estado salvaje allá en Cubanacán, con sexo abundante, totalmente inseguro en épocas en donde no existía el SIDA, y con un peso y pico nos comíamos una pizza en Mareaperto y dos maltas en La Cocinita. En Coppelia todavía había helado de Coppelia, los teatros estrenaban cada semana y el universo era básicamente tranquilo. No pensábamos de dónde venía el sustento de la economía ni si era bueno o malo que hubiese un sólo partido.
Sí, hermano, éramos comemierdamente dichosos.
Saludos
Wichy
Eso es eso...como lo dice Wichy. Yo también con el peso y pico comí en esos lugares aunque no salía de Cubanacan, sino de Girón...un poquito más arriba y caminaba feliz hasta la parada de la 132.
Saludos, Camilo. Un placer encontrar un blog tuyo. Recuerdo tus textos y poemas en revistas como La Gaceta, cuando ambos viviamos en Cuba. He añadido tu pagina a mis Recurrencias, lo cual traducido quiere decir que vendre a menudo por aqui. Un abrazo,
Michael
¿Dónde te pongo, Camilo? ¿En que lugar de la memoria? Del 90 para abajo..del 90 para arriba? Ahì me pierdo..(Que bondadoso que eres!!!)
Camilo, me gustó mucho esto que escribiste, bueno, todo tu blog me gusta mucho y me ha reconciliado contigo porque yo no te soportaba en la ENA. A mí, personalmente, me hiciste pasar muy malos momentos. Eras de los que se burlaban de las obras de uno si no tenían la estética de ustedes que eran los dioses de la escuela. Alexis el Majá y tú se creían que eran Grotoswky y Eugenio Barba. Ahora todo eso me da risa y me alegr que sean de verdad dos tipos brillantes. A Alexis lo he visto en películas y me divierto mucho, porque también me acuerdo de la época en que ustedes andaban peluos y disfrazados con aquellos ropajes. Oye, no te estoy reclamando nada, aquello eran infantinolerías. Un abrazo y felicidades por este blog que es un pedacito de Cuba.
caballero lo que tenemos que hacer es organizarnos y cuando se pueda volver pasarnos un dia entero en Cubanacan. yo me muero si hacemos eso. aunque estemos rodaos ponchaos por la vida y hasta canositos, en el fondo seguimos aquellos gente comemierdamente dichosa como dice camilo. yo al menos no he cambiado. y camilo por lo que veo lo´unico que ha soltado es la melena. sigue igualiiiiiiiiiiiito. inteligente pesao y tierno. ahora si nos reunimos no podemos hacer las cositas que haciamos antes, ya estamos un poco viejitos pa eso. que lo que vio ese bosque y las ruinas del gusano no lo ve nadie... jjjjjajajajaja
Te quiero, Camilito:
Salvador Lemis
Yo sí sabía que éramos felices: lo bueno es darse cuenta siempre de lo rico de cada día.
Publicar un comentario