28 junio 2018

Aquí te esperamos, Ariel

Ariel Ruiz Urquiola es un biólogo cubano que se encerró en la Sierra del Infierno a cuidar de su entorno y hacer producir la tierra de una manera sostenible. Solo esas dos acciones bastarían para que una dictadura depredadora e improductiva lo considera un individuo subversivo.
Pero Ariel llegó aún más lejos y eso sí que no se lo perdonaron. Encima de lograr que su pequeña finca produjera lo que al régimen se le hace imposible en el resto del país, se atrevió a disentir y a desear el futuro de libertad y prosperidad que él, su familia y el resto de sus compatriotas se merecen.
En 14 y Medio o en DDC pueden encontrar su historia. Dos guardias rurales disfrazados de guardabosques se aparecieron en su finca y lo acusaron de desacato. Poco después, en la representación teatral de un juicio, fue sentenciado a un año de privación de libertad.
Inmediatamente, ocuparon su pequeña parcela, destruyeron sus sembradíos y le pusieron fin a su proyecto ecológico. Ingresado en la sala de penados del Clínico Quirúrgico Abel Santamaría Cuadrado, de Pinar del Río, mantiene una huelga de hambre y sed. 
La última noticia que se tiene de él es que solicitó asistencia religiosa y la dictadura se la negó. La inmensa mayoría de los cubanos no se atreven a abrir la boca o son indiferente a los crímenes de la dictadura que los oprime. Incluso muchos que viven fuera del país, mantienen un displicente silencio. Eso convierte a Ariel es un individuo excepcional. 
Hizo todo lo que pudo para defender sus sueños dentro de un régimen que exige obediencia hasta en las pesadillas. Declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, está privado de su libertad desde el 3 de mayo. La huelga de hambre y sed fue su último recurso frente al avasallante poder totalitario. 
Cada día, en cuanto nos levantamos, Diana Sarlabous y yo buscamos noticias sobre él. Nos encantaría poder llevarlo a conocer la Loma de Thoreau. Nos llenaría de orgullo compartir con él la libertad del Cibao y la Cordillera Central dominicana.
Aquí te esperamos, Ariel, en un lugar que lleva el nombre de un hombre que fue como tú. Ojalá que podamos darnos un abrazo pronto.

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