25 mayo 2017

Sunday Post-Dispatch

Fue la noche que corrimos
bajo la lluvia de Missouri.
Sobre los andenes vacíos
flotaba ese viejo olor
que la noche
deja en las ciudades
antes de abandonarlas.
Yo apretaba tu mano
como si la corriente
del río,
arcaica y silenciosa,
pudiera arrastrarnos.
Solo las luces del stadium
permanecían encendidas
cuando alcanzamos
el portal del hotel.
Aquella lejana claridad
nos bastó
para volver a decir
las cosas que repetimos,
todos los días,
más o menos a la misma hora.
Luego,
caminando
entre las penumbras
y los edificios abandonados,
intercambiamos saludos
con estatuas,
tranvías
y barcazas.
Todavía no eran las diez
y Saint Louis ya dormía
como un pequeño pueblo.
Ahora no recuerdo
si nos quedamos allí
o nos fuimos
en aquel largo tren
cargado de maíz,
neblina y polvo.
Solo tengo claro
que apretaba tu mano
como si la corriente
del río,
arcaica y silenciosa,
pudiera arrastrarnos.

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