07 junio 2016

Itinerario No. 7

Para Mario Flores,
él sabe.

Tengo el Itinerario No. 7 en mi espacio de trabajo. Entró en vigor a las 00:01 horas del 25 de noviembre de 1979. Yo tenía 12 años y estudiaba en la escuela Secundaria Básica en el Campo de El Nicho. Los trenes que circulaban entre Cumanayagua y Camarones eran mi camino de regreso a casa.
La escuela estaba en un pequeño valle en lo alto del Escambray. Nos llevaban con nuestras familias un fin de semana cada quince días. Los alumnos de Cumanayagua se iban los viernes en la tarde. El resto, los sábados en la mañana. Mi padre era amigo de pesquerías del director.
Gracias a eso me permitían irme una noche antes de lo que me correspondía. El camión, lleno de polvo, lodo y muchachos hambrientos, llegaba a la estación de Cumanayagua justo a tiempo para que yo me subiera al tren. Gracias al Itinerario No. 7, sé que era alrededor de las seis de la tarde.
Una vez, en medio de un temporal, tuvimos en lanzarnos del camión porque no lograba frenar en La Loma de los Músicos. Nosotros también llegamos al pueblo llenos de polvo y lodo. Un señor que lavaba su Dodge (recuerdo la marca porque mi padre tenía uno igual), me hizo el favor de prestarme la manguera.
Me subí al tren chorreando agua y temblando de frío. Cuando paró en Ojo de Agua ya era de noche. No se veía nada, solo se oían las voces lentas y soñolientas de los campesinos. En San Fernando, tuvimos que esperar que pasara un largo tren de caña por el cruzamiento de la vía estrecha.
Cuando estábamos llegando a Camarones, saqué la cabeza por la ventanilla y logré distinguir las siluetas de mis abuelos. Se movían ansiosos del otro lado de los ventanales de la estación, a la luz de los bombillos de 100 watts. Eso debió ser a finales de 1979 o principios de 1980.
No me explico cómo retengo tantos detalles de aquel viaje. Encima de eso, ahora también sé la hora exacta en que me bajé en mi casa. 7:34 de la noche. Por eso es que tengo el Itinerario No. 7 en mi espacio de trabajo, justo al lado de los libros que más consulto. 
Le da demasiada precisión a recuerdos fundamentales.

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