19 abril 2016

Biromes y servilletas

Cuando Calamaro y Germán Weidemer se encerraron con un piano y un micrófono en los antiguos estudios Circo Beat, apenas pretendían ensayar las canciones que habían seleccionado para cantar en la antesala de un concierto de Bob Dylan. Cuenta la leyenda que le mandaron la cinta con el resultado a Fernando Trueba y fue el director de cine español quien se dio cuenta que aquello era un disco.
En casa de Puchi Fajardo, un lugar entrañable de La Habana que más quiero y extraño, que conocí las canciones de Leo Masliah. Allí también escuché por primera vez la versión que Milton Nacimiento hizo de "Biromes y servilletas". Recuerdo a Puchi bailando con un pez entre los muebles de su estrecha sala, ayudando a Milton en la repetición de las palabras.
Mi deuda con los discos de Andrés Calamaro ya era impagable e incobrable; Romaphonic Sessions solo ha venido a agravar las cosas, porque ahora no puedo salir a la calle sin él. Apenas dos tardes y unas pocas horas de grabación que han llegado hasta mi carro y mi estudio para dejarme el tiempo, todo el tiempo.

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