15 julio 2014

El gato de Lilo Vilaplana tenía dos vidas

Lilo Vilaplana es un reconocido realizador de televisión en Colombia. Ha dirigido, entre muchas otras producciones, las tres temporadas de El Capo, la exitosa serie que ha sido exhibida en Estados Unidos y en toda América Latina… en toda América Latina excepto en Cuba.
Cuba es un pesar que Lilo lleva con él a donde quiera que va. Por eso, cada vez que tiene la más mínima oportunidad, hace que sus personajes se refieran a ella. No satisfecho con eso, decidió producir con sus propios recursos una historia totalmente cubana.
Para poder hacer realidad su sueño, contó con la complicidad de cuatro compatriotas: Alberto Pujols, Jorge Perugorría, Bárbaro Marín y Coralita Veloz. Fue así que un edificio de La Candelaria, en Bogotá, se transformó en un solar de Centro Habana.
La muerte del gato sucede en un día cualquiera después de 1989, año en que desapareció la Unión Soviética y comenzó el Periódo Especial, esa vergonzosa y prolongada crisis que condenó a los cubanos a sobrevivir dentro de un paisaje lleno de ruinas.
Para cualquiera que no conozca bien la realidad de la Isla, el filme puede parecerle una tragedia. A los cubanos, en cambio, les resultará un retrato fiel de sus vidas cotidianas. Unos pocos minutos le bastaron a Lilo para dejar al descubierto todo lo que han tratado de enmascarar décadas de represión y demagogia.
Hay muchas cosas destacables en La muerte del gato, desde la excelente realización (nunca antes una ciudad que no es La Habana se había parecido tanto a La Habana) hasta el gran nivel de las actuaciones. Pero por encima de todo eso, prefiero darle las gracias a Lilo Vilaplana por su incondicional compromiso con los suyos.
Una cosa más: La muerte del gato está dedicado al escritor Ángel Santiesteban, quien cumple prisión en Cuba por decir lo que piensa. Cada segundo que los personajes del filme se mantienen en pantalla, hace que Ángel sea más libre, prueba su inocencia.
El gato de Lilio Vilaplana tenía dos vidas. La primera la ofrendó para alimentar a tres cubanos desesperados. La segunda, despertará aún más el hambre de libertad de todos los que rompan el cerco de la censura y alcancen a ver la película.

5 comentarios:

Alcibíades Zaldívar Álvarez dijo...

Bien por Venegas, por Lilo y el querer a través del arte, ser más libres, contra la dictadura castrista y las que sean eh, las que sean.

Lilo Vilaplana dijo...

Camilo, gracias por este artículo tan bonito que le dedicas a mi cortometraje "La muerte del gato" para mi es un honor que le regales estas palabra a mi relato fílmico.

Anónimo dijo...

Eres un tipo empingao, Camilo, no te lo mando a decir con nadie.

Orlando dijo...

Gracias a Camilo, siempre acertado, siempre excelente en lo que dice, felicidades a Lilo, desde Bogotá donde vivo siempre lo leo, lo sigo en las redes...

elisa dijo...

Con talento pero sin sensibilidad no se hace arte. Lilo tiene ambos a montones y no podría lograr -ni que se lo proponga- menos de lo que logró. Y sí, Ángel Santiesteban voló por encima de la barraca disfrutando tamaño homenaje. Gracias Lilo!