30 abril 2014

Mi hija subió un retrato de familia

Varias veces al día paso por el Facebook de mi hija. Ella vive en España y solo nos vemos dos veces al año: en verano y en Navidades. Su muro se ha convertido en uno de los mejores espacios para saber de ella. A menudo siento orgullo por sus interacciones, sus irreverencias y su manera de ver el mundo.
Antes de ayer subió un retrato de familia. Es una foto que yo mismo hice. Debió ser a finales de 1993 o a principios de 1994. En el centro de la foto, en su sempiterno sillón de majagua, está mi abuela Atlántida. Entonces ya padecía de Alzheimer, por eso nunca llegó a enterarse de que esas dos niñas, que sus hijos Lérida y Aldo tienen cargadas, eran sus biznietas.
Al publicar la foto, Ana Rosario escribió: “Una de las abuelas, uno de los tíos abuelos, una de las bisabuelas, una prima (con la que estoy condenada a vivir en el mismo país y no ver) y los magníficos 90... en el Macondo de mi padre… aquí todo el mundo tiene ‘pueblo’ y este es el único pueblo que tuve alguna vez...”
Hace unos días Diana Sarlabous me confesó que una noche la hice llorar y ni siquiera me enteré. Fue en La Habana, en 2011, cuando volvimos juntos a Cuba. Estábamos en casa de Norberto Codina y yo comenté que iríamos a El Cristo, el pueblo de Diana, a ver a su familia. Era la primera vez en su vida que oía esa expresión.
Como vive en el exilio desde los 5 años, nunca había podido decir una frase tan sencilla como: “voy a mi pueblo a ver a mi familia”. Cuando trajimos a Ana Rosario para República Dominicana (sus cuentas de emails se llaman “adioscuba2001”) ella también perdió esa posibilidad.
Su prima Amanda (que está en brazos de mi tío Aldo) ahora vive en Canarias. Ella, en Madrid. Mi madre y yo estamos en Santo Domingo, donde también vive otro primo mío (Ariel). Otros dos primos (Yanelis y Alejandrito) viven en Miami. Otra más (Lazarita), cerca de Venecia.
En 1993 todavía estábamos muy cerca y unidos. 20 años después andamos tan dispersos, que solo podemos reconocernos a través de las redes sociales. Todos perdimos la posibilidad de tener un pueblo al que volver y un país al que pertenecer.
—Ninguna utopía vale más que un retrato de familia —me dijo Diana con rabia, mientras miraba la foto que subió Ana Rosario—. Con nosotros cometieron un crimen; quitarnos el derecho a tener un pueblo y un país al que volver, fue un crimen.

6 comentarios:

Freddy Ginebra dijo...

Gran artículo. Me apretó el corazon......

Anónimo dijo...

NO SE COMO TE LAS ARREGLAS PARA DECIR COSAS TAN GRAVES Y TREMENDAS DE UNA MANERA TAN SENCILLA... ESTE ESCRITO ME HA SACADO LAS LAGRIMAS... PASO POR EL FOGONERO TODOS LOS DIAS Y CUANDO HAY ALGO NUEVO ES UNA VERDADERA FIESTA PARA MI.... GRACIAS SINCERAMENTE CAMILO POR ESTE BLOG QUE ME IMAGINO TE ROBA MIUCHO TIEMPO PERO TUS LECTORES TE LO AGRADECEMOS!!!

Lucero dijo...

Hermoso y muy triste.

Anónimo dijo...

Me hiciste llorar. Berlín sí cree en lágrimas.

Anónimo dijo...

Una vez lei y no confio en que recuerde los actores ni las palabras exactas pero esta es la escencia.
Ernesto Cardenal (creo que era el) estaba en la habana en casa de un amigo y ve una foto donde estan todos los miembros de la familia y se extranna y dice algo asi como "Lo primero que se pierde con las revoluciones son las fotos de familia"
Triste pero cierto

Anónimo dijo...

Muy lindo mi primo..
gracias en nombre de la familia..
un abrazo...