21 febrero 2014

Camilo es la imagen del pueblo... de Venezuela

Camilo Hernández es uno de los cubanos más inteligentes que he conocido. Su sentido común y su agudeza solo son derrotados por su sentido del humor, que sí es invencible. En uno de los últimos chats que tuve con Lichi Diego, el autor de Esther en alguna parte lo admitía: “Camilo es el más inteligente e ingenioso de todos nosotros”.
A principios de la década de los 90, como muchos, muchísimos jóvenes cubanos, emigró. Venezuela le abrió todas y cada una de las puertas que Cuba le había cerrado. Del otro lado del Caribe, Camilo sí pudo hacer lo que en su país no le permitieron. El nombre de su blog anticipa el final de esa historia.
La consagración de la primavera, la novela de Alejo Carpentier, cuenta la historia de una rusa que llegó a una ciudad al Oriente cubano huyendo de la Revolución de Octubre. En enero de 1959 le volvió a dar alcance otro régimen socialista. Como a Camilo le pasó lo mismo en Caracas, su blog se llama La Rusa de Baracoa.
Anoche, por primera vez en muchos años, leí algo de Camilo que no contiene ni un solo chiste. Con dramatismo, acudiendo solo a las palabras justas, describe lo que está sucediendo en Venezuela y aclara cuál es su posición. Estoy seguro de que si Lichi Diego hubiera alcanzado a leer ese post, me lo habría comentado en un chat:
—Te lo dije, compadre —sospecho que serían sus palabras—, Camilo es la imagen del pueblo… de Venezuela.

“Lo siento, amigos, pero tengo la paciencia flaquísima en estos días. Demasiada sangre, demasiados chamos asesinados por militares sádicos, demasiada vergüenza por esa izquierda puta y miserable cuyos principios alguna vez creía compartir.
Me cago en la Luz, me cago en la Paz y en las cadenas de oraciones cuando esos hijos de puta están allá afuera matando gente.
El que quiera echar chistes, ironizar sobre la masacre, se puede ir largamente a la mierda. Al que le moleste mi rabia contra unos degenerados que me han quitado dos patrias en una sola vida, puede salir por la misma puerta.
Tengo la paciencia flaca y la ira demasiado ancha.
A mi amigo Juan Marcos Blanco, amenazado de muerte por un chavista, te acompaño a donde sea para denunciarlo.
A los que se ofenden porque en Venezuela quemen banderas cubanas: aguanten porque no hicieron, no hicimos NADA porque la bandera "que no ha sido jamás mercenaria" ampare hoy a quienes siembran la desgracia por todo el continente. Si les molesto, sáquenme de sus vidas, si igual no hacen nada en la mía.
¡Viva Venezuela, cojones!”
Camilo Hernández,
Caracas, 20 de febrero de 2014

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