05 diciembre 2013

Yo dormí una noche con Esther Borja

Casi todas las noches de mi infancia las pasé en un sillón de majagua, entre mi abuelo Aurelio y mi abuela Atlántida. Junto a ellos veía los programas de televisión que más les gustaban. Había uno, Álbum de Cuba, que esperaban con especial ansia.
Era conducido por Esther Borja, una de las más grandes cantantes cubanas del siglo XX. Acompañada por un piano, vestida como si fuera la noche más importante de su vida y no un jueves cualquiera, la soprano interpretaba a Gonzalo Roig, Rodrigo Prats y, sobre todo, Ernesto Lecuona.
Recuerdo que a veces, cuando Esther cantaba, a mi abuela le corrían las lágrimas. Aún así, con el rabo del ojo, vigilaba a mi abuelo. Era obvio que en el fondo sentía celos de aquella mujer que, en una época de desparpajo proletario, defendía con ahínco lo más fastuoso de la República.
Muchos años después, cuando mis abuelos ya habían muerto, me invitaron a participar en un jurado del que ella y Cuca Rivero —la Profesora Invisible—también formaban parte. Me estremecieron su sencillez y su naturalidad, también su agudeza. Para sorpresa nuestra, los organizadores del evento nos dieron la misma habitación a los tres.
Era una suite a orillas de la bahía de Cienfuegos. Hablamos muchísimo de muchas cosas. Me pidieron que las acompañara al bar. Ellas se tomaron una limonada y yo un añejo doble a las rocas. Aunque cada quien tenía su cuarto dentro de aquella espaciosa morada, no miento si les digo que dormí una noche con Esther Borja.
Hoy la Damisela Encantadora cumple cien años. Me gustaría volverla a llevar del brazo hasta un bar, para que brindemos por ella y por la Cuba que ha defendido con tanta pasión. ¡Felicidades, bella cubana!

4 comentarios:

Leticia Cabrales dijo...

¡Qué lindo!

El Jose dijo...

Inmenso brother!

Mario Rivadulla dijo...

Bello recuerdo, Camilo. Te envidio. Yo también hubiese querido dormir una noche con ella.
Un abrazo.
Mario.

MG dijo...

Excelente, que grata compañía para este amanecer, un beso.