28 diciembre 2013

La cabaña de Thoreau

Réplica de la cabaña que Henry David Thoreau se construyó en Walden.
(Escrito para la columna Como si fuera sábado, de la revista Estilos)

Mi hija nos trajo un regalo de Madrid. Aunque en apariencia es un libro, en verdad puso en nuestras manos una convicción. De todos los regalos que me ha hecho Ana Rosario en sus 20 años (además de sus logros como estudiante, que me llenan de orgullo y felicidad), este es el que más me ha gustado.
El libro se llama Walden, la vida en los bosques y su autor es Henry David Thoreau. La primera vez que lo leí, tenía más o menos la misma edad que ella ahora. Por eso disfruté tanto oírla hablar con pasión de “anti esclavismo”, “derechos civiles”, “desobediencia”, “contemplación de la vida silvestre” y “pereza”.
Ana Rosario se esmeró tanto en demostrar el valor de su obsequio, que abandoné lo que estaba leyendo y regresé a Walden. 20 años después de la primera lectura, ni el libro ni yo somos los mismos. La primera vez que lo leí aún era estudiante, ahora soy un hombre más viejo que su autor.
Antes de tocar el primer párrafo, abrí Google Map y busqué Walden Pond, en Concord. En ese bosque de Massachusetts, justo a la orilla del lago, Henry David Thoreau se construyó una pequeña cabaña en la que vivió por dos años, dos meses y dos días. Corría el año 1845.
El escritor se había propuesto varias cosas. Por un lado, demostrar que la verdadera vida del hombre es la vida en la naturaleza. Solo así puede librarse de las esclavitudes de la sociedad industrial. Por otro, comprender a la naturaleza y aprender a interactuar con ella, respetando sus reglas y obteniendo sus recompensas.
“Fui a los bosques porque deseaba vivir en la meditación, afrontar únicamente los hechos esenciales (…). Quería vivir profundamente y extraer todo lo maduro como para infligir una derrota a lo que no es vida; guadañar un ancho espacio a ras del suelo”, dice Thoreau.
Al principio les advertí que mi hija no nos regaló un libro, sino una convicción. Releyendo Walden, he decidido construirme mi propia cabaña. La mía no podrá ser localizada en Google Map, ni tendrá un solo clavo. Será intangible. Tanto su estructura con el bosque que habrá a su alrededor serán imaginarios e irán conmigo por donde quiera que vaya.
Ya es imposible librarse de la vida moderna. Soy cubano y sé lo que cuestan el aislamiento y el autoaislamiento. Pero también conviene no dejarse arrastrar por esa epidemia de banalidad que se ha extendido por todas partes.
Mi cabaña será aún mas pequeña que la que se construyó el autor de La desobediencia civil. En ese refugio mantendré lo que de verdad me importa, esas esencias que me permiten disfrutar de cosas tan simples como un atardecer en el Morro de Montecristi o la algarabía de un montón de ciguas palmeras alrededor de su nido.
“No existió ningún norteamericano más auténtico que Thoreau”, dijo una vez Emerson. Y tenía razón, se trató de un personaje que siempre despreció las formalidades burguesas, la frivolidad de las normas sociales y las petulancias de los intelectuales. Prefería llevar una vida simple y lo más honesta posible. Esa actitud suya lo llevó a convertirse en un desobediente y en la gran inspiración de Tolstói, Gandhi y Luther King.
En los tiempos que corren tener una opinión propia y sostenerla es ya todo un acto de rebeldía. Justo por eso cambiamos a María de colegio hace un año. No queríamos una niña instruida para comportarse en la sociedad dominicana, sino una mujer formada para aportar algo en cualquier cultura del mundo.
Su nuevo colegio ha sido su cabaña de Thoreau. Allí adentro, junto a niños de diferentes condiciones, es libre y aprende la gran responsabilidad que eso significa. Diana también se está construyendo su cabaña. Aunque está muy cerca de la mía, es totalmente independiente. A veces ni siquiera permanecemos en el mismo bosque.
Y tú, si todavía vives alquilado, te recomiendo esta sencillísima manera de tener una casa. No precisa de un préstamo, ni siquiera de un inicial. Sus paredes son invisibles y dentro no hacen falta muebles, porque el mundo interior, la sensibilidad y las convicciones se adaptan a cualquier espacio.
Si no sabes cómo, pregúntale a Thoreau. Él nos enseñó a nosotros. Con toda seguridad a ti también te sabrá decir.  

7 comentarios:

Renay Chinea dijo...

Eso es escribir bien y cantar claro!!. Gracias Paisano!!!

Anónimo dijo...

ESTO ES UN HOME RUM POR EL CENTER FIELD!!!!

Pancho Álvarez dijo...

Inspirador, Camilo. Muy apropiado no para terminar el año sino para comenzar el que viene.

Anónimo dijo...

camilin cuando aflora tu sensibilidad de guajirito inteligente te vuelves un ser fascinante... beso...

Anónimo dijo...

MUY BUENO, GRACIAS POR COMPARTIR ESTAS IDEAS TAN INSPIRADORAS, ME GUSTA CUANDO EL FOGONERO TOMA ESTE GIRO, AUNQUE LO OTRO TAMBIEN SE DISFRUTA MUCHO

Yirka Docttú dijo...

Genial! Gracias Camilo Venegas Yero, lo comparto en mi muro.

Ileana Medina dijo...

Eres un sabio. Gracias!