05 abril 2013

La trampa


“Esta isla es una trampa”, dice Sergio, el personaje de Memorias del subdesarrollo, en su monólogo final. Mientras habla, el Malecón de La Habana se prepara para la guerra. Una de las más coloridas y excitantes vistas al Golfo de México se transforma en un campo de batalla.
En ese momento no hay música. En el lugar de la partitura de Leo Brouwer suenan los hierros de los cañones y los tanques que son empujados por rampas para su emplazamiento. Una Habana oscura, donde solo el gris del celuloide alumbra, parece anunciar su larga marcha hacia la decadencia.
Era el 22 de octubre de 1962.  “¿Y si ahora mismo empezara todo? —se pregunta Sergio acostado en su cama. Afuera, el resto del país se moviliza—. De nada me sirve protestar, moriré igual que los demás. Esta isla es una trampa. Somos muy pequeños, demasiado pobres. Es una dignidad muy cara”.
El 1 de octubre de 2011 pasamos por el Malecón a oscuras. No encontré a uno de los edificios que sale en la película. Hablo de aquella altísima pared por la que suben un cañón con sogas. En todo caso no lo derribó la guerra, pues nunca llegó a suceder. Todas las ruinas que saltan a la vista son obra del socialismo.
“Esta isla es una trampa”, repite Sergio en mi cabeza, mientras nos hundimos en el túnel bajo el río Almendares.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Camilo. Muy bueno tu blog, siempre lo leo. La fecha de pasar por el Malecón (Octubre de 2013) aún no ha llegado, pero igual, para esa fecha habrán desaparecido más edificios. ;-). Saludos, Peter.

Camilo Venegas dijo...

¡Cierto, Peter! Fue un lapsus, en verdad me refería a octubre de 2011. Ya lo corregí. No dejes de volver cada vez que puedas al Fogonero. Un abrazo.