09 marzo 2012

Quiero estar ahí

 
Muchas veces al día queremos estar en un lugar muy diferente al sitio donde nos vemos obligados a permanecer. Yo siempre tengo deseos de volver al Paradero de Camarones. No pierdo ese instinto que me empuja hacia las cosas que me rodearon de niño (aun después de comprobar que la mayoría de ellas están perdidas o muertas).
Más de una vez he querido volver a pasar caminando el puente giratorio sobre el río San Juan, en Matanzas. La única vez que lo hice, viví una experiencia que puedo reconstruir travesaño a travesaño. Aun suenan en mi cabeza los pitazos del tren que se acercaba.
A la sombra de los árboles de la calle Álvaro Obregón, en la Colonia Roma, leí varios libros. Cada vez que los veo en mi librero, quisiera reabrirlos allí, en México D.F., mientras el olor de los comales se mezcla con la tóxica neblina del valle.
Una callecita del barrio gótico de Barcelona, una casa con la silueta de un poeta suicida en Bogotá, la calle de los rieles de Santiago de los Caballeros, el malecón de La Habana… Hay muchos lugares a los que siempre estoy dispuesto a volver. Pero ahora mismo, en este instante, quisiera estar ahí.
El río Hanabanilla nace unos pasos más arriba de esa poceta, en el vientre de las montañas que rodean El Nicho. No necesito muchas cosas más. Lo único innegociable sería un poco de ron añejo, algunas canciones para el viaje de regreso y que tú estés dispuesta otra vez a meterte en el agua helada.

4 comentarios:

Brigida Lopez dijo...

Venegas, aunque no físicamente, vuelves cada vez que haces esa introspección fascinante del tu Paradero de Camarones con todo y tren incluido. ¡Es maravilloso cómo transmites tus vivencias!

Anónimo dijo...

NO ME DEJES FUERA que yo también pongo ron y me ofrezco pa' lo que sea, Fidel, pa' lo que sea! JAJAJA

Anónimo dijo...

LINDO, A LO CALAMARO.

Renay Chinea dijo...

...y al lugar donde fuiste feliss.. no debieras tratar de volver.. Magister dix it!