08 marzo 2012

La chica de la avellana

 
Cuando llueve de esta manera,
los peces del acuario
piden comer avellanas.
Lo hacen de una manera rabiosa.
Se llenan la boca de piedras
y escupen la palabra
en pequeñas burbujas grises.

Los peces del acuario
aún no saben a ciencia cierta
cuál es el sabor de las avellanas,
pero tienen la sospecha
de que en algo se parece al suyo.

Ninguno de ellos ha podido olvidar
aquella tormenta.
La penumbra del cielo
encima del estanque,
como un reflejo de ese vacío
donde las cosas
no flotan ni se hunden.

Los peces del acuario
todavía pueden describir
los detalles que vieron:
el dedo rozando los labios,
la lengua atrapando la avellana
y los ojos que se cerraban
al mismo tiempo que mordían.
A eso se debe su rabia,
la boca llena de piedras
y la palabra que,
en pequeñas burbujas grises,
ha sido escupida contra los vidrios.

4 comentarios:

Paula Gabriela Rompani dijo...

Que bello Camilo!!

Anónimo dijo...

BELLO Y SURREALISTA!!

Luis Carvajal dijo...

‎"Los peces del acuario
aún no saben a ciencia cierta
cuál es el sabor de las avellanas,
pero tienen la sospecha
de que en algo se parece al suyo."
Excelente poema, desafía a pensar, invita a la observación del alma y de las ideas que la impulsan. A tentar los limites de la pecera y el sabor de la lluvia.

Grisel Lerebours dijo...

A esta hora de la mañana... me gustaría tenerla llena de avellanas...jajjaja! bien tostaditas!!! Abrazos!