04 septiembre 2011

Los desamores tampoco son a primera vista

Yalién, mi prima de Sagua la Grande que vive en Nueva York, voló a Estados Unidos en el mismo avión que Pablo Milanés. Ella le contó a mi madre que le pidió permiso para sentarse a su lado y el trovador accedió gustoso. Ya en el aire, muchos buscaron algún pretexto para pasar a su lado y saludarle.
Al final, no sé si complaciendo alguna petición o como gesto de gratitud, Pablo entonó “Yolanda”. Un rotundo aplauso estremeció al aparato. En cuanto  el autor de “Llegaste a mi cuerpo abierto” aterrizó en territorio norteamericano, comenzaron a producirse múltiples reacciones, tanto en Estados Unidos como en Cuba.
Lo que más trascendencia ha tenido hasta ahora es el intercambio de cartas abiertas con Edmundo García (un infame personaje de la pseudocultura cubana, quien fue encarcelado en su país por tráfico de obras de arte y luego emigró a Miami, donde ha permanecido fiel al oportunismo patológico que le caracterizó en la Isla).
Pero cuando pasen los años, no hará falta que se recuerden los pormenores de esta gira de Pablo Milanés por Estados Unidos. Lo único que quedará de todo es la persistente voluntad del trovador de morirse como vivió. Aquel negrito con espejuelos y espendrú que se subía a cantar en el techo de los camiones del ICAIC, sigue diciendo lo que piensa y eso es cada vez más raro, ya casi nadie no lo hace.
Como conozco tanto a Pablo (a través de su obra, que es como mejor se conoce a un creador), me complace confirmar que para él los desamores tampoco son a primera vista. En eso pensé mientras oía “Como un campo de maíz”.

10 comentarios:

José M. Fernández Pequeño dijo...

La primera vez que vi a Pablo fue en Bayamo. Él era un adolescente y yo un niño. Me produjo rechazo que alguien necesitara leer la letra que estaba cantando, pero me ató su convicción. Luego vendría el UMAP para él y todo lo que sabemos. Sigo pensando en aquella vez que lo vi y en la fortuna de sentirme bayamés a su lado.

Heriberto Hernández Medina: dijo...

Respeto tu opinión, querido Camilo, pero coincido con nuestro amigo Aramís -ese poeta clarividente como se supone eran en otros tiempos- y aprecio en tus opiniones un exceso de entusiasmo. El dilatado desenamoramiento de Pablo con la dictadura se me parece cada vez más a la mujer que se distancia y vuelve episódicamente al lado marido abusador. Sin divorcio no hay cambio real. Las mujeres abuzadas y los hombres cornudos (es un ejemplo, claro) siempre vuelven. Cada vez que se habla, y en los últimos tiempos no se hace otra cosa, de Pablo, me descubro tarareando aquello de “…la prefiero compartida…”, pero debe ser un prejuicio mío con Pablo.

Anónimo dijo...

Camilito: Pablo y Silvio son evidentemente: las Lily Marleen de Hitler. En este caso: de los Hermanitos Trópico-nazis que ya hemos sufrido tanto como a Gadhafy o Kadhafy... Pobre gente que tenga que vender su alma par sobrevivir en un estado con Junta Militar incluída. Puede estarse arrepintiendo, quizá, porque es poeta. Pero de que ha sido un Gran Vendido, lo es. Él puede ir a cantar a otros países y Yoani, por poner un solo ejemplo, NO puede viajar a recibir sus Premios. Otro ejemplo: TODOS y TODAS mis mistades intelectuales cubanas forman parte del EXODO OBLIGATORIO que se sucitó en 80's y 90's... cuando el viejo mariscal Casas que acaba de morir y su jefe Raúl Caxtro viudo de Vil-ma Espín... nos masacrron una vez más el alma libre a los entonces tan jóvenes. ¿Pablito Milanés es INOCENTE? No. No lo es. Se prostituyó, cambiando su alma por un tabaco, whisky, Havana Club y visas.

Anónimo dijo...

CARTA URGENTE, ABIERTA, A SILVIO RODRIGUEZ
Silvio, mi nombre es Pancratia de las Bermudas. Soy de madre cubana y padre bermudeño. En realidad me bautizaron Pancracia, como mi abuela negra cubana, que fue hija de esclavos, pero bueno. El caso es que me siento parte tanto de esta isla donde vivo, Bermudas, como de la isla donde vives tú.
Como una más entre millones, siento el deber de hacerte esta carta. Siempre he estado pendiente de lo que pasa por allá, desde que, siendo yo niña, me trajeron hasta este pueblo de casitas blancas, inmaculadas, mi madre y mi tío, un ex-preso político (de los que se plantaron en las cárceles y pasaron años en calzoncillos por negarse a vestir el uniforme de presos comunes), y mi madre pudo reunirse por fin con mi papá.
Para rematar, y lo que me impulsó finalmente a hacerte esta carta es que estuve casada con un negrón de CentroHabana (donde mismo viviste tú, Silvio, cuando CH no se caía a pedazos), balsero él, que por esas cosas del destino vino a recalar a estas tierritas; no en balsa, por supuesto, pero llegó, a Bermudas y a mi vida, ¡Y cuánto me ha costado sacar de mi vida a este fanático tuyo que ha sido siempre él, pero me lo saqué!
Mi problema con el negrón de Cayo Hueso, es más o menos el problema que tiene el pueblo cubano contigo, Silvio. De hecho, con él me busqué muchos problemas por culpa tuya, culpa indirecta o directa, yo ya ni sé.
Resulta que llegó criticando aquel sistema que hay en Cuba, como si a mí no me hubiera parecido suficiente testimonio de vida que haya salido huyendo de allá. Pero, no sé, por esos azares del vivir con aire acondicionado hasta en el automóvil, del aprender a hablar lo que se le venga en gana y a viva voz, y después de ser amamantado por mí con langosta dos veces por semana, y pargo y carne de puerco el resto de los días, se me volvió de un banquete para el otro “Revolucionario” y Fidelista. Así se llama él a sí mismo ahora. ¡Virgen de los Cobos, lo que hay que oír!
Te diré que casi se le quitó lo de revolucionario cuando yo, enojada, lo tuve una semana a base de arroz, chícharo y huevo, lo puse a tomar a agua en vez de cervecita cena y almuerzo, para recordarle cuáles son las cosas que comíamos en mi casa en Cuba antes de venirnos para Bermudas, y las que comía él en el lugar de donde escapó. Creo que ahora ni siquiera esas tres cosas juntas puede comer el cubano de a pie, ese cubano que a lo mejor tú no puedes ver, Silvio, porque te lo impiden las altas murallas que rodean tu casa en Siboney.
¿Tú me vas a decir a mí, que dar unas giras por los CDR, te hace estar más cerca del pueblo? ¿Sabes tú cómo viven esas personas cuando se alejan de las tribunas que montas tú, tan bueno que eres para la tribuna, y regresan a sus casas? Podrías hasta imaginarlo, que imaginativo se ve que eres, pero te invito a que vayas y vivas como ellos, vaya, como la misma familia de mi ex-negrón, y después dime que quisieras vivir hasta el fin de tus días en esas mismas condiciones. ¿Qué canción compondrías tras esa experiencia?
Ahora, respondiendo brevemente a algunos puntos de tus cartas a Pablo Milanés, cuya vulgaridad -la de tu texto-, tal vez no sea tan explícita, pero es una vulgaridad en el plano moral, te digo lo siguiente, en nombre de una parte del pueblo del que me siento integrante, por más que tu gente pretenda arrebatarnos ese derecho a los que no comulgamos con su ideología…
“Asimismo no me siento capaz de juzgar, menos públicamente, a un viejo amigo…”. “Por mi parte nunca -jamás- he permitido que en mi presencia nadie hable mal de Pablo”…
¿No es acaso juzgar, decir seguidamente cosas sobre Pablo como que es burdo, desamorado, que hacía propaganda con el único fin de lograr un lleno en su concierto? Que venenosito te quedó esto último. Y lo otro que escribiste después, de que le vendió su alma al diablo, que él es bajo y sucio y por ahí para allá todo lo del mundo y más, ¿tampoco es juzgar?

Anónimo dijo...

Mi impresión de ti en este caso es que no dejas que nadie hable mal de Pablo en tu presencia porque eso es una prerrogativa que a lo mejor tú consideras que solamente tú puedes permitirte. En el mejor estilo de Fidel Castro: “que nadie toque nada, sólo yo puedo tocar”. Sólo los que viven en la isla, y preferentemente los que tienen el poder, pueden criticar. ¿Y nosotros qué? Infórmanos, ¿cuándo podremos criticar todo lo que nos parece mal, sin ser perseguidos, o molestados, o encerrados en la isla como Yoani Sánchez?
Poniéndome más seria, me parece que esto otro que dices es MUY PELIGROSO: “Es importante que los que vivimos en esta sociedad imperfecta -y eso quiere decir con cosas malas pero también con cosas buenas- sigamos criticando, sigamos mejorándonos”.
Silvio, es MUY GRAVE llamar simplemente “imperfección”, a lo que son crímenes. No es sencillamente “malo” matar después de un juicio sumarísimo a tres muchachos que no mataron a nadie. La vida humana, Silvio, tiene más valor que cualquier coyuntura política. Es evidente que para ti no todas las vidas humanas valen lo mismo, pero te lo recuerdo. Tú seguramente debes ser como el Che, que aspiraba a que fuéramos “frías máquinas asesinas” contra cualquier opositor. Pero para mucha otra gente sí es igual de valiosa una vida que todas las otras, cantor. Valiosa era la vida de las víctimas del remolcador 13 de Marzo, para no ponerme muy rebuscada, aunque ejemplos de genocidios sobran en la Revolución, como también mencionaría, no tengo nada en contra de mencionarlo, el asesinato de los mártires de Barbados, tan repudiable como el de los cuatro Hermanos al Rescate, o el de Fabio por aquellos otros terroristas, el Fabio que le da nombre a la pizzería de La Habana hoy, o de los cientos o miles que fusiló el Che en La Cabaña.
Los menciono porque crímenes, son crímenes, aquí y allá. Y yo soy pueblo, no tengo compromisos con ningún gobierno, a diferencia de otros. Por ejemplo a diferencia de ti, que omites algunos de esa lista de muertos, insistentemente, y hablas de aquellos tres últimos muchachos fusilados por Fidel Castro como quien habla de tres corderos que hay que ofrecer en ineludible sacrificio, en necesario holocausto, en el altar de la Patria. ¡Dios mío! ¡Asísteme Virgen de los Cobos! ¡Sal del agua y mira esto, muchedumbre de muertos en el Estrecho de la Florida en busca de libertad!
Es como cuando llamaste a las salvajadas de Gadafi algo así como asuntos étnicos de cada nación que hay que respetar, sin intervenir. “Hay que respetar las tradiciones culturales de los pueblos y de sus lugares”. Eso dijiste.
Para terminar con las referencias a tus palabras y actos, ven acá y cuéntame, ¿cuál es el sentido de publicar cartas coescritas o escritas en su totalidad por Pablo Milanés en los años setenta y ochenta? ¿Cuál es la gracia, progresistamente hablando, de que saques en cara esas palabras como si fueran el lastre en la conciencia de ese hombre?, un hombre que ha decidido retractarse de lo que considera inhumano, errado.
Él escribió esas cosas en aquella época, ¿y qué? Eso demuestra que él cambia si en algo le parece necesario cambiar, y que lo que tú llamas mantenerte fiel a tu historial puede perfectamente ser simple terquedad, en algunos casos terquedad con consecuencias criminales. No me extraña que repitas, como Edmundo, que tú sí que te mueres como viviste. ¡No digo yo! ¿Cuántos no quisieran morirse como mismo has vivido tú, siendo que has vivido tan bien? (bien materialmente hablando, claro, porque en tu conciencia yo no quisiera estar). Vivir, por ejemplo, teniendo pleno acceso a las diplotiendas desde muchos años antes que el cubano de a pie, y ahora accediendo a Internet sin censura, mucho antes también que la inmensa mayoría de los cubanos, y tratándote, tú, en los hospitales donde se tratan los dirigentes, los turistas…donde no puede ir la gente común.

Anónimo dijo...

Por la más elemental honradez, deberías dejar de decir esa frasecita que vienes repitiendo desde principios de los noventa. Porque no hay mayores méritos en querer morir como has vivido tú, o como aquel inmundo comejamones que vive en Miami. Mérito veo en el hombre comunista honesto que vive en Cuba, y que sigue fiel hasta la muerte a sus ideas (por más que a muchos nos parezcan equivocadas), aunque no conozca más que la tarjeta de racionamiento e ignore lo que es tener -en sus manos, por un segundo- la otra tarjeta, una de esas credit card como las que usas tú, y los Max Lesnik, los Aruca y demás gente que, según tú, “se juega la vida y la historia en Miami, rodeado de criminales locos por acabar con cualquiera que les huela a comunista”.
Que nosotros sepamos, a ninguno de ellos alguien les ha hecho un juicio sumarísimo, con fusilamiento a posteriori, ni los ha agredido de la forma en que hacen en Cuba las hordas en contra de las Damas de Blanco o de cualquiera que alce la voz. A ninguno se les ha prohibido entrar ni salir del país donde viven, aunque ni siquiera sea su país de nacimiento. A ninguno el imperialismo y la “ultraderecha” de Miami les ha lanzado gases lacrimógenos, como hizo tu gobierno, Silvio, contra los opositores de Palma Soriano hace unos días.
Terminas tu segunda “carta” poniendo en duda que Pablo realmente respete la dignidad de su pueblo. No se me olvidará nunca la manera en que has tratado tú a los cubanos en algunos conciertos que has dado. En Youtube están los videos. Con prima grosería absoluta, con arrogancia. Así los trataste. ¡Claro, como ellos no te pagaban en la moneda que te servía para ir a comprar tus cajas de whiskey en Cubalse! Bien distinto has tratado a la gente en tus conciertos fuera de Cuba, gente entre la cual están los extranjeros que no han vivido en carne propia lo que sueñan, o ese nuevo tipo de emigrados cubanos que ha surgido últimamente en las comarcas del capitalismo, como ni ex-negrón, de dólar en el bolsillo, y negados a volver a vivir en la patria como vivían antes de irse: sin jama ni libertad. Pero, al mismo tiempo, ¡cuánto defienden, aquellos y estos, a la Revolución, cuánto marchan convocados por los consulados cubanos, y gritan, y nos hostilizan a nosotros!

Anónimo dijo...

¿Qué defiendes tú cuando defiendes la Revolución, Silvio? ¿Acaso a esos hijos de los Castro y el Che que hemos visto, azorados nosotros, en el reciente libro del norteamericano que los frecuentó en sus fiestas en La Habana?, cada uno de estos superhijos del brazo de una mulata de temporada, o dos mulatas de un tirón, y un habano en la boca. ¿En eso terminó la Revolución? ¿En un trovador titimaníaco que, para que nada cambie en su vida de lujos, se aferra hasta la letra y el punto y coma tipeados en el pasado por él y Pablo? ¿Revolución es ese glamour y exuberancia fotografiados por el gringo de marras, equiparables en muchas cosas -sí, objetos, rutinas- al lujo de Gadafi y su familia? ¿Ser fidelista es eso y que sigamos matando a los inconformes… que un Zapata Tamayo y unos negritos más, o unos menos, no se notan -son manchas, dirías tú- en el sol que alumbra desde Cuba a toda América Latina?
Trovador, nosotros en Bermuda no nos propusimos crear al hombre nuevo, fíjate, pero creamos cosas más palpables, como por ejemplo prendas que le facilitan a la vida a cualquier hombre o mujer, sean nuevos o viejos, porque todo el mundo tiene, tenemos, derecho a vivir nuestras pequeñas vidas, lo mejor que podamos, y a circular por las calles y a estudiar en las universidades -sin que nadie, en nombre de una Revolución, nos las quite si no agachamos el moño y empeñamos la decencia-; tenemos derecho a vivir mejor siempre y cuando nos rompamos el lomo trabajando. Hablo de los shorts “bermudas”, que permiten que entre un poco de aire en las piernas. Sí, hay pequeños inventos que le hacen la existencia agradable a cualquier cristiano. Otro ejemplo que te quiero poner son las chancletas de Hawái, que fuera de Cuba llaman hawaianas, y en Cuba llaman metededos. ¿Quieres ver tú cosa más cómoda y refrescante para caminar en esos trópicos del buen Señor? Esas son creaciones revolucionarias. Hay islas que inventan grandes ruinas materiales y sociales cuando supuestamente pretendían crear el Paraíso, y hay otras islas, pequeñas, que nos conformamos con vivir sin asfixiarnos de calor ni de hambre ni de opresión de las masas, de oprobio.
Pancrætia de las Bermudas
Sommerset Village, 6 de septiembre de 2011

Anónimo dijo...

No podía hablar de Silvio, sin referirme un poquito más a Pablo Milanés…

Pablo, a ti la Revolución no te convirtió en nada. Tú, con tu arte, llegaste a donde llegaste. Lo traías por dentro. Le puedes agradecer lo que tú quieras a la Revolución, pero no tu arte. Antes de la Revolución (es una forma cada vez más obsoleta de llamar a ese fenómeno), ya existían en Cuba los Benny Moré, los Lecuona, las Celia Cruz, Olga Guillot, y tantos, ¡y tantos! ¿Qué habría sido, en caso de contar sólo con la Revolución, de los Buena Vista? ¿Quién los conocería hoy si no llega a la isla un productor norteamericano? Que no te jodan más con esta sacadera en cara. Celia paseó su cubanía por medio mundo sin tener que contar con el patrocinio de quienes le negaron hasta su muerte la entrada a la isla en que nació.

Esta gente le llama “patrimonio de la cultura cubana” a lo que en realidad deberían llamar, si fueran sinceros, “pretensión del gobierno de los Castro de usufructuar todo”. Estos Castro son coleccionistas de talento, con el cual lucran y hacen su propaganda. No conformes con quitarles su espacio vital a prominentes figuras de la cultura cubana, se han dedicado a sacarles dividendos después de muertos, cuando no pueden defenderse, como hicieron con Reinaldo, Guillermo Cabrera Infante, Lydia Cabrera, Lecuona, etc…

Ni tú, Pablo, ni Pedro Pablo Oliva le deben su talento a nadie más que a ustedes mismos.

¿Cómo terminan todos aquellos que han tenido tus mismos síntomas de decencia, Pablo? Preguntémosle a Arturo Sandoval, a Paquito de Rivera, a Andy García, a Gloria Estefan, a Willie Chirino, al padre de Chucho Valdés, a Rosario Suárez, a Abilio Estévez. Poniéndose del lado de quienes no soportan que les digan lo que tienen que hacer, pensar ni decir. Así terminan.

Vulgar y chancletero te llaman, aquellos que están del lado del gobierno que designa a una cónsul capaz de morder en plena calle de Oslo a una joven cuasi menor de edad. Aquellos que encuentran digno que el Comandante celebre públicamente al luchador de taekwondo que pateo al juez en Beijing 2008. De los que se tocan los genitales cuando asedian a las damas de blanco. De los que no les quedan más argumentos si no gritos, golpes; de parte del gobierno que subsiste en gran medida gracias al dinero que entra de Miami a Cuba.

Me da gracia, por no decir rabia, aquellos que descaradamente limitan el concepto de Cuba y Patria sólo a quienes piensan como ellos. Y así tienen a aquella Patria, que más parece finca privada, porque ni ellos se creen que la miseria se deba al Bloqueo y nada más.

Pancrætia de las Bermudas

Sommerset Village, 6 de septiembre de 2011

Anónimo dijo...

Fogonero, entre el primer comment mío y el segundo, puedes notar una incoherencia. Es porque falta esta parte: Mi impresión de ti en este caso es que no dejas que nadie hable mal de Pablo en tu presencia porque eso es una prerrogativa que a lo mejor tú consideras que solamente tú puedes permitirte. En el mejor estilo de Fidel Castro: “que nadie toque nada, sólo yo puedo tocar”. Sólo los que viven en la isla, y preferentemente los que tienen el poder, pueden criticar. ¿Y nosotros qué? Infórmanos, ¿cuándo podremos criticar todo lo que nos parece mal, sin ser perseguidos, o molestados, o encerrados en la isla como Yoani Sánchez?
Poniéndome más seria, me parece que esto otro que dices es MUY PELIGROSO: “Es importante que los que vivimos en esta sociedad imperfecta -y eso quiere decir con cosas malas pero también con cosas buenas- sigamos criticando, sigamos mejorándonos”.
Silvio, es MUY GRAVE llamar simplemente “imperfección”, a lo que son crímenes. No es sencillamente “malo” matar después de un juicio sumarísimo a tres muchachos que no mataron a nadie. La vida humana, Silvio, tiene más valor que cualquier coyuntura política. Es evidente que para ti no todas las vidas humanas valen lo mismo, pero te lo recuerdo. Tú seguramente debes ser como el Che, que aspiraba a que fuéramos “frías máquinas asesinas” contra cualquier opositor. Pero para mucha otra gente sí es igual de valiosa una vida que todas las otras, cantor. Valiosa era la vida de las víctimas del remolcador 13 de Marzo, para no ponerme muy rebuscada, aunque ejemplos de genocidios sobran en la Revolución, como también mencionaría, no tengo nada en contra de mencionarlo, el asesinato de los mártires de Barbados, tan repudiable como el de los cuatro Hermanos al Rescate, o el de Fabio por aquellos otros terroristas, el Fabio que le da nombre a la pizzería de La Habana hoy, o de los cientos o miles que fusiló el Che en La Cabaña.
Los menciono porque crímenes, son crímenes, aquí y allá. Y yo soy pueblo, no tengo compromisos con ningún gobierno, a diferencia de otros. Por ejemplo a diferencia de ti, que omites algunos de esa lista de muertos, insistentemente, y hablas de aquellos tres últimos muchachos fusilados por Fidel Castro como quien habla de tres corderos que hay que ofrecer en ineludible sacrificio, en necesario holocausto, en el altar de la Patria. ¡Dios mío! ¡Asísteme Virgen de los Cobos! ¡Sal del agua y mira esto, muchedumbre de muertos en el Estrecho de la Florida en busca de libertad!
Es como cuando llamaste a las salvajadas de Gadafi algo así como asuntos étnicos de cada nación que hay que respetar, sin intervenir. “Hay que respetar las tradiciones culturales de los pueblos y de sus lugares”. Eso dijiste.
Para terminar con las referencias a tus palabras y actos, ven acá y cuéntame, ¿cuál es el sentido de publicar cartas coescritas o escritas en su totalidad por Pablo Milanés en los años setenta y ochenta? ¿Cuál es la gracia, progresistamente hablando, de que saques en cara esas palabras como si fueran el lastre en la conciencia de ese hombre?, un hombre que ha decidido retractarse de lo que considera inhumano, errado.
Él escribió esas cosas en aquella época, ¿y qué? Eso demuestra que él cambia si en algo le parece necesario cambiar, y que lo que tú llamas mantenerte fiel a tu historial puede perfectamente ser simple terquedad, en algunos casos terquedad con consecuencias criminales. No me extraña que repitas, como Edmundo, que tú sí que te mueres como viviste. ¡No digo yo! ¿Cuántos no quisieran morirse como mismo has vivido tú, siendo que has vivido tan bien? (bien materialmente hablando, claro, porque en tu conciencia yo no quisiera estar). Vivir, por ejemplo, teniendo pleno acceso a las diplotiendas desde muchos años antes que el cubano de a pie, y ahora accediendo a Internet sin censura, mucho antes también que la inmensa mayoría de los cubanos, y tratándote, tú, en los hospitales donde se tratan los dirigentes, los turistas…donde no puede ir la gente común.
Pancracia.

Anónimo dijo...

No podía hablar de Silvio, sin referirme un poquito más a Pablo Milanés…

Pablo, a ti la Revolución no te convirtió en nada. Tú, con tu arte, llegaste a donde llegaste. Lo traías por dentro. Le puedes agradecer lo que tú quieras a la Revolución, pero no tu arte. Antes de la Revolución (es una forma cada vez más obsoleta de llamar a ese fenómeno), ya existían en Cuba los Benny Moré, los Lecuona, las Celia Cruz, Olga Guillot, y tantos, ¡y tantos! ¿Qué habría sido, en caso de contar sólo con la Revolución, de los Buena Vista? ¿Quién los conocería hoy si no llega a la isla un productor norteamericano? Que no te jodan más con esta sacadera en cara. Celia paseó su cubanía por medio mundo sin tener que contar con el patrocinio de quienes le negaron hasta su muerte la entrada a la isla en que nació.

Esta gente le llama “patrimonio de la cultura cubana” a lo que en realidad deberían llamar, si fueran sinceros, “pretensión del gobierno de los Castro de usufructuar todo”. Estos Castro son coleccionistas de talento, con el cual lucran y hacen su propaganda. No conformes con quitarles su espacio vital a prominentes figuras de la cultura cubana, se han dedicado a sacarles dividendos después de muertos, cuando no pueden defenderse, como hicieron con Reinaldo, Guillermo Cabrera Infante, Lydia Cabrera, Lecuona, etc…

Ni tú, Pablo, ni Pedro Pablo Oliva le deben su talento a nadie más que a ustedes mismos.

¿Cómo terminan todos aquellos que han tenido tus mismos síntomas de decencia, Pablo? Preguntémosle a Arturo Sandoval, a Paquito de Rivera, a Andy García, a Gloria Estefan, a Willie Chirino, al padre de Chucho Valdés, a Rosario Suárez, a Abilio Estévez. Poniéndose del lado de quienes no soportan que les digan lo que tienen que hacer, pensar ni decir. Así terminan.

Vulgar y chancletero te llaman, aquellos que están del lado del gobierno que designa a una cónsul capaz de morder en plena calle de Oslo a una joven cuasi menor de edad. Aquellos que encuentran digno que el Comandante celebre públicamente al luchador de taekwondo que pateo al juez en Beijing 2008. De los que se tocan los genitales cuando asedian a las damas de blanco. De los que no les quedan más argumentos si no gritos, golpes; de parte del gobierno que subsiste en gran medida gracias al dinero que entra de Miami a Cuba.

Me da gracia, por no decir rabia, aquellos que descaradamente limitan el concepto de Cuba y Patria sólo a quienes piensan como ellos. Y así tienen a aquella Patria, que más parece finca privada, porque ni ellos se creen que la miseria se deba al Bloqueo y nada más.

Pancrætia de las Bermudas

Sommerset Village, 6 de septiembre de 2011