20 agosto 2011

Tolerancia, tolerancia, palabrita en el mantel

El post “Donde quiera que haya un cubano, Pablo Milanés merece cantar”, publicado ayer en El Fogonero, ha generado muchas reacciones por muchas vías diferentes. Afortunadamente, la mayoría coincide en el derecho que tienen todos los artistas de expresarse con libertad en cualquier espacio, sin fronteras ni límites ideológicos de ningún tipo.
Sin embargo, no faltaron los que hicieron sentir su intransigencia y su odio. Uno, incluso, llegó a acusarme de “chivato y agente de Castro” y a amenazarme con una golpiza. Qué pena que el horror de los actos de repudio esté tan arraigado en nosotros, que a la menos discrepancia estemos dispuestos a lanzar un huevo, dar una galleta o asestar un machetazo.
Lo que he escrito en El Fogonero desde el primer día hasta hoy, es lo que he pensado en ese espacio de tiempo. El hecho de que diga y me contradiga, de que acierte o me equivoque, de que piense algo un día y todo lo contrario un tiempo después, prueba que soy un ser humano que trata de ser lo más honesto posible, sobre todo consigo mismo.
Ahora, eso sí, nadie va a lograr que me trague nada. Ni los de un bando ni los del otro me taparán la boca. Los guajiros de mi pueblo suelen reunirse alrededor del bar Arelita a decir lo que piensan entre rones y moscas. Este blog es mi manera de permanecer dentro de esa tradición, aunque ellos no me oigan y yo siga lejos del Paradero de Camarones.
Insisto, Pablo Milanés tiene el mismo derecho de cantarle a su público en Miami,  que Willy Chirino de regresar a Consolación del Sur y compartir con su gente. Como yo sueño con el día en que Andy García toque los timbales en la Plaza de la Revolución, defiendo el derecho de los que quisieron aplaudir a Silvio Rodríguez en un escenario de la Florida.   
La tolerancia, como diría el trovador, no puede ser una palabrita en el mantel, sino una convicción, algo que nos haga a ser mejores cubanos a todos.

5 comentarios:

Odette Alonso dijo...

Es que fíjate, Camilo, mientras enarbolemos la palabra "tolerancia" estamos muy jodidos, porque "tolerancia" quiere decir que me das asco, que quisiera matarte, que me repateas la punta del hígado, pero soy tan civilizado que me aguanto y te echo una sonrisita hipócrita... La palabra es "respeto". Respeto a que cada quien pueda hacer lo que quiera o gustar de lo que quiera.

Anónimo dijo...

De acuerdo y qué bueno que pueda cantar.Bienvenido, Pablo. Disfruta la libertad que no hay en Cuba. Cuéntalo, cántalo en la Plaza de la Involución.

A pesar de que hay cierto tufillo oportunista pues no sabemos si tendrían tantos deseos de cantar acá si los exiliados vivieran en los Everglades en chozas y cocinando con carbón. O si hubieran tenido el mínimo éxito en la construcción de ese paraíso y por cuya idea fuimos expulsados de la nación.

Teresa Cruz

Robert dijo...

Es logico que un artista que ha estado tan comprometido con una dictadura cree tipo de opiniones tan polarizadas entre nosotros. Eso sí, la violencia verbal o fisica es inaceptable.

Luis dijo...

El no dejar a un artista expresarse por no estar de acuerdo con su política es tan violento como un machetazo. La represión en Cuba es la razon por la cual la mayoria de nosotros cubanos estamos exiliados. y ahora vamos a hacer lo mismo en el exilio? Y entonces 'pa donde correríamos?

Cuantos artistas norteamericanos no son tan o mas de izquierda que Pablo M.? me atrevo a decir que son mas que 2 de cada 3. Y entoces, Roberto, no los dejamos a ellos cantar?

No creo, porque gracias a Dios vivimos aquí.

Mejor vamos, juntos, a trabajar para que dejen los de acá ir a cantar allá.

Que te parece?

Rodrigo Kuang dijo...

Pablo vino el año pasado a la ciudad donde vivo, y fue recibido por el público (incluyendo a la comunidad cubana, vale la aclaración, una comunidad nada castrista) con tremenda alegría. Toda esta rebambaramba es sólo por tratarse de Miami, que si bien tiene a una comunidad de cubanos grande, es sólo una pequeña parte de los cubanos emigrados que andamos por todo el mundo y los propios Estados Unidos. Miami es un punto sensible de la diáspora, pero también guarda sentimientos extremos, frustraciones que ya son ancestrales. El miamicentrismo nos hace ver este concierto como algo apocalíptico, y es sólo un concierto más en la vida de este grande que es Pablito Milanés.