24 julio 2011

Los Ornicultores

El nombre se lo debemos a Laly, quien definió de esa manera la pasión que tenemos por el monte y por el arroyo de la sierra (que siempre nos ha complacido más que el mar). Nuestra más reciente expedición fue el sábado 23 de julio (mi padre, un montero incansable, hubiera cumplido 85 años de estar vivo).
Salimos de Santo Domingo a las 3:40 de la mañana. Es un lujo atravesar la ciudad a esa hora. Una de las cosas que más tomamos en cuenta en nuestras expediciones es la música y ese día empezamos por el rock and roll más duro. Era necesario. No nos dio tiempo a tomar café y necesitábamos mantenernos despiertos.
Llegamos a La Lomita justo al amanecer. La meta era escalar la loma Paremala antes de que se despertaran las aves. El objetivo, fotografiar a un papagayo (Trogón de la Hispaniola) que se había comportado sumamente esquivo en la expedición anterior. Mario Dávalos, mi compañero de viaje, el otro ornicultor, lo describe así en su galería de Flickr:
“Después de mi intento fallido hace dos semanas para conseguir una foto de esta especie, parece que este ejemplar me cogió pena y posó como un modelo. Me enseñó cada lado y cada pluma, saltó de rama en rama para mostrarme diferentes ángulos. Bailó, me miró fijamente y respondió cada llamado. Compensó con creces el desaire que me hizo un pariente suyo hace solo pocos días”, dice Mario.
La lluvia nos obligó a bajar, pero nos detuvimos en un colmado para desayunar. Antes, la mamá de Patricio nos había colado un café en una casa tomada por el olor del ajo, el orégano y la naranja agria; los condimentos indispensables para un cerdo asado a la dominicana. Llegamos al colmado a las 9 y ya había varios borrachos. Hombres de monte que quieren que el sábado se les acabe lo antes posible.
Huevos de guinea, pan viejo y cerveza. Con eso en el estómago seguimos avanzando por el vientre de la montaña. Cuando se está allá arriba, todo lo que está abajo puede esperar.

7 comentarios:

Mario Dávalos dijo...

Lo que la loma nos dá, la ciudad nunca podrá conocerlo.

Luis González Ruisánchez dijo...

Camilo, me gusta ese tono martiano de la crónica

Camilo Venegas dijo...

Coño, asere, diste en el clavo. No puedo andar por estos montes sin pensar en nuestro Martí. La manera en que él describe el paisaje dominicano es un verdadero acto de arrogancia para un tipo que estuvo aquí apenas unos meses.

Rafael F. Pevida dijo...

Me encanta tu escrito Los Ornicultores, yo viví largo tiempo en la sierra de la Gran Piedra y me trajo gratos recuerdos, el escrito y las fotos. (También a mi me el arroyo de la sierra me complace más que el mar...)

Osmani Baullosa Acosta dijo...

Me gustó el Trogón de La Española. Y como lucía algo parecido al Tocororo, busqué en Google, y eureka, son familia, son las dos únicas especies del género Priotelus. Y son de la familia del Quetzal también, aunque este tiene otro género. Gracias por compartir tu expedición ornitológica.

Camilo Venegas dijo...

Exactamente, Osmani, el Trogó de la Española es primo hermano de nuestro Tocororo. Es, además, el Ave Nacional de Haití, pues vive en toda la isla.

SENTADO EN EL AIRE Juan C Recio blog dijo...

Ahora es que descubro este post, me he visto en el monte, muy bien contado, gracias.
JC Recio