Robert Allen Zimmerman vino al mundo en Duluth, Minnesota, el
24 de mayo de 1941. Eso quiere decir que hoy, gracias a que nos libramos del
cataclismo anunciado por Harold Camping, podemos celebrarle los 70 años a Bob Dylan,
que es como se llama el tal Robert Allen en la memoria colectiva del mundo.
Pertenezco a una generación de cubanos que, por imposición
de las circunstancias, nos esforzamos demasiado en encontrar nuestro propio
Dylan. Queríamos un tipo que entonara en el idioma que hablábamos esa realidad tan
excepcional que nos había tocado. Al final acabamos desistiendo. El que más cerca
estuvo se hizo viejo antes de tiempo, “esclavo ya de la precaución”.
Hoy leí que hay tantos Dylan como fieles y detractores. Pero
incluso a los que uno tenga algo que escatimarle, son de una autenticidad
escalofriante. En la más reciente entrega de los premios Grammy, Bob apareció
enfundado en su sombrero de vaquero, como si fuera un adolescente que ha
entrado a una fiesta donde no le han invitado.
Esa es la misma impresión que dejan sus discos. Sea el que
sea, pertenezca a la etapa que pertenezca, lo que suena es un hombre que vino
al mundo a construir metáforas con la misma destreza que otros se dedican a la tierra o la albañilería. Hoy también leí que Bruce Springsteen dijo que “si
Elvis liberaba tu cuerpo, Dylan liberaba tu mente”.
Ahora entiendo lo que me pasa cuando lo oigo. Me siento un
hombre realmente libre, cual solamente puede ser libre.