03 febrero 2011

Cuba, la pirámide invertida de Egipto

La situación de los cubanos hoy es mucho más desesperante que la de los egipcios. Los que crecieron en Cuba durante el medio siglo en el poder de Fidel Castro, conocen muchas menos libertades que los que han vivido en Egipto las tres décadas de Hosni Mubarak.
Mientras la nación árabe se beneficia de su posición estratégica y de las riquezas que genera su agricultura, el país caribeño ha sido empujado a la improductividad y la indigencia por la caótica administración de su régimen. ¿Cuál ha sido la diferencia entonces, por qué los egipcios se lanzaron a las calles antes que los cubanos?
La respuesta está en una línea de la última reflexión de Fidel Castro. En La suerte de Mubarak está echada, Fidel comienza tergiversando la realidad. Como en Cuba no hay libre acceso a la información, el dictador asegura que su homólogo egipcio aún disfruta del apoyo de Estados Unidos. Solo los cubanos desconocen que Barack Obama ha  insistido en que el cambio en Egipto debe comenzar ya.
Luego de escribir un napoleónico párrafo, el Comandante se dedica a entresacar líneas de los últimos despachos de prensa sobre la situación en El Cairo. Con mucho cuidado, puso los puntos y las comillas antes de que alguna palabra desmintiera su tesis. Sabía que, más que una columna de opinión, está sembrando un campo minado y en cualquier momento una frase podía explotarle en las manos.
“Los riesgos de guerra cada vez más destructivos están muy presentes. ¿Dispondrán los líderes políticos de suficiente serenidad y ecuanimidad para hacerles frente? De ello dependerá el destino de nuestra especie”, concluye el Comandante con tres puntos y aparte que yo he ignorado, cuando no se trata de un discurso esos énfasis son innecesarios.
Dejando a un lado el delirio apocalíptico, vale la pena responder la interrogante de Fidel con otra pregunta: ¿En qué consiste, para él, la ecuanimidad de los líderes? ¿en disfrazar matones de civiles para contener las manifestaciones de los opositores? Si es así, desde ayer Hosni Mubarak alcanzó la ecuanimidad que Fidel nunca le ha faltado.
Cuba es la pirámide invertida de Egipto. La isla, durante medio siglo, ha padecido una plaga que vale por las doce que azotaron a la nación africana; pero sus líderes han sido siempre muy “serenos”, tanto, que a la mayoría de los cubanos ni les pasa por la cabeza salir a las calles. Sus calles.

2 comentarios:

Miguel Grillo Morales dijo...

Magnifico análisis Camilo. Fidel a sido un master de la “serenidad y ecuanimidad” léase represión y miedo. También ha logrado con su largo y dictatorial mandato infligir en los cubanos un espeluznante desarraigo por los valores patrios. Lo noto en algunas de tus entregas: “Cambio el himno de mi país por cualquier canción de Serrat y aquella que escribiste en relación a La Navidad. Amamantados con el podrido colostrum de la dictadura, tu generación hace un natural y entendible rechazo a todo lo que huela a patria o patriotismo. Ojo socio, no te critico, ni te desapruebo. Quien carajo soy yo para erigirme en juez. Me ahorré esa larga mala noche, cuando el viejo Grillo tuvo a bien sacarme del cine justo cuando comenzaba la macabra película. Ustedes la vieron completa, incluyendo los créditos y en primera fila. Aclaro también que coincido con el rechazo al nacionalismo enfermizo y costoso. Pero me duele, un tanto, el sentimiento de orfandad que ese dañino y repugnante dictador ha infligido a tantos cubanos. Se podrá, Camilo, medir algún día, cual funesto a sido para esa nación esta experiencia? Un abrazo y mi respetos, siempre.

Margarita Garcia Alonso dijo...

Muy bien Camilo, pero cada vez que veo la foto del fakir se me erizan los pelos. besos.