23 febrero 2011

Con las barbas en remojo

Para Fidel Castro, su obsesión “antimperialista” está por encima del más elemental sentido humanitario. Eso lo hizo merecedor, en 1996, del Premio Gadafi de Derechos Humanos. Ayer, cuando los  aviones y helicópteros masacraban a los manifestantes en Libia (que ya eran reprimidos en tierra por mercenarios africanos), Fidel escondió las cifras de los muertos y apuntó para otro lado. Más que regalarle excusas a su viejo amigo, ensayaba las suyas.
“Una persona honesta estará siempre contra cualquier injusticia que se cometa con cualquier pueblo del mundo, y la peor de ellas, en este instante, sería guardar silencio ante el crimen que la OTAN se prepara a cometer contra el pueblo libio”, afirmó en su reflexión de ayer el dictador. Para el Comandante, la geopolítica está por encima de los crímenes y la barbarie.
Mientras Libia arde, las fuerzas represivas del régimen cubano no pierden tiempo. El primer aniversario de la muerte de Orlando Zapata Tamayo les ha dado alcance y, para impedir cualquier manifestación en las calles, han encerrado en sus propias casas a un gran número de disidentes y opositores pacíficos.
“No imagino al dirigente libio abandonando el país, eludiendo las responsabilidades que se le imputan, sean o no falsas en parte o en su totalidad”, subraya Fidel. Una vez más ensaya frases que pueden estar dichas dentro de muy poco por él o por su hermano, Raúl Castro, quien le sucedió al mando del régimen y tendrá la última palabra cuando llegue el momento de apretar el gatillo contra los cubanos.
Antes había espacio para reflexiones delirantes, ahora que las barbas están en remojo hay que calibrar el alcance de lo que se dice.

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