08 octubre 2009

Gregorio La Rosa

Nació en un pueblo muy pequeño al que el nombre le queda demasiado grande: Esperanza. Lo conozco desde que tuve uso de razón. Era conductor del tren de viajeros de Cienfuegos a Santa Clara. Vestía de completo uniforme y de total almidón. No se cómo se las arreglaba para que sus “guapitas” de caqui siempre estuvieran impolutas.

Gregorio La Rosa era uno de los íconos del ferrocarril y, aun en la época en que las estaciones, las líneas y los trenes comenzaron a convertirse en ruinas, daba gusto verlo blandiendo su silbato y haciéndoles las señales con la gallardía de los viejos tiempos. Fue uno de los últimos ferroviarios que supo usar el reloj de bolsillo y el farol de araña.

Buscando fotos de trenes cubanos en Internet, di con esta imagen que debe ser de los años noventa. El conductor posa en el andén de Cienfuegos poco antes de que salga su tren. Lo sé porque en un bolsillo tiene el talonario de boletines y en el otro la Orden de Vía.

Así mismo lo recuerdo. Afortunadamente el tren de la fotografía no se moverá nunca del lugar, porque sólo de esa manera Gregorio La Rosa puede continuar su viaje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

MIS MEJORES VACACIONES ERAN VIAJAR A PALMIRA EN EL TREN LECHERO CON SUS ASIENTOS DUROS Y OLOR A TIERRA Y COMER QUEQUE ,QUE TIEMPOS TAN FELICES.
NILEET