15 septiembre 2009

Cielo parcialmente nublado

Al final he vuelto a tener una oficina con vistas. Mi primer empleo fue en la Casa de la Cultura de Cienfuegos. Un antiguo palacio que la revolución le expropió a sus verdaderos dueños para entregárselo a una multitud que acabó destruyéndolo. En aquel albergue ruinoso nos dábamos cita con la abulia, de lunes a viernes, un grupo de teatristas, músicos, bailarinas y poetas de provincia.

Allí no tenía un espacio fijo, pero solía refugiarme con una de las bailarinas en una pérgola de la azotea. Mientras garabateaba mis primeros poemas, ella trataba en vano de que yo diera al menos un paso sin antes perder el sentido del ritmo. Lo que más me gustaba de aquello era el cielo incomparable azul de Cienfuegos, nunca más he vuelto a ver uno tan despejado.

Luego, ya en La Habana, me tocó trabajar en espacios herméticamente cerrados. Ni en la Editora Abril ni en el Centro de la Cultura Comunitaria teníamos para dónde mirar. Las paredes, imperecederas o provisionales, siempre nos aislaron a todos los que trabajábamos allí del mundo exterior.

Mi primera ventana fue en La Gaceta de Cuba. Era de madera y estaba semidestruida, pero daba a un patio lleno de matas de mango, guayabas y plátanos. Un gallo viejo y desorientado cantaba a la hora menos pensada, pero al menos nos ayudaba a saber el estado del tiempo, porque desde allí se veía todo menos el cielo del Vedado.

En Casa de las América la ventana de mi oficina daba contra una pared gris y húmeda. Aquí, en República Dominicana, tampoco he tenido mucha suerte. En las redacciones de El Caribe y Diario Libre no se ve el mundo exterior. En mi cubículo del Centro León la única ventana que había estaba demasiado alta y sólo servía para que el sol de la tarde entrara como un reflector.

Después de deambular por casi todas las oficinas que hay en Newlink, Luis González Ruisánchez y yo hemos venido a parar a la que tiene la ventana más grande. Da a un muro verde, pero al menos puedo ver que el cielo de Santo Domingo está parcialmente nublado.

9 comentarios:

Kathy Eisenring dijo...

Mis ventanas tampoco han sido nunca gloriosas... para eso quedan las puertas.

Napo dijo...

Hola Camilo, en efecto, el azul del cielo en La Perla del Sur es único. Saludos

Ana Tania dijo...

Camilo, ¿sabes de quiénes era la casa de Cienfuegos donde trabajaste? ¿Por una casualidad sus antiguos dueños eran apellidados Dubouque?
Tenemos tantas cosas en común tú y yo a pesar de la distancia en años que nos separa...también trabajé en Cultura Comunitaria; -en el Centro Provincial de Ciudad de la Habana- y en una casa de Cultura, la de Arroyo Naranjo, la antigua funeraria.

Cary Díaz dijo...

Las ventanas me han servido de grandes lecciones en la vida, pues a traves de ellas he podido descrubir y aprender a amar la naturaleza, a entender los diferentes personajes reflejados detras de sus cristales o persianas, a mirar hacia el horizonte y pensar que siempre el mañana sera mejor.. Me ha gustado mucho su relato, es como si estuviera alli mismo.

any dijo...

te recuerdo perfectamente con el pelo larguiiiisimo y tu miradita perdida en el horizonte como tiene que ser en un poeta snobista de veinte años jajajajajajaj y si mal no recuerdo la bailarina era baby la mulata mas lindas que he visto en mi vida era mas alta que tu pero hacian una bonita pareja ella estaba loca con su poeta jajajajajajajajajajaja. era ella no? Ay camilo que viejos estamos aunque tu estas igualito para mi que duermes en una camara hiperbalica. te acuerdad de mi yo era instructura de musica?

Mandy dijo...

Oyeeeeeeeee la partiste con lo del cielo de cienfuegos LA PERLA DEL SUR la ciudad mas linda del mundo. Como dijo el Benny Cienfuegos es la ciudad que mas me gusta a miiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Ana María dijo...

como hay que hacer para opinar aquí?hay que tener una cuenta en google?

J. Ernesto Aneiros dijo...

Hola Camilo,

Te sigo leyendo. El edificio donde se encuentra la Casa de la Cultura de Cienfuegos es el Palacio Ferrer (Una foto del parque Martí tomada desde el Palacio Ferrer: http://whc.unesco.org/en/list/1202).

No puedo quejarme de mis ventanas actuales, ocupan toda una pared de la oficina, desde el piso al techo. Cuando me canso de tanto Java y Solaris me doy media vuelta y puedo ver las magníficas palmas reales de la Henry Liebman square.

J. Ernesto Aneiros dijo...

Hola Camilo,

Gracias por recordarme la querida Perla del Sur.

La casa de la cultura está en el palacio Ferrer (Una foto del parque Martí tomada desde allí: http://whc.unesco.org/en/list/1202).

No puedo quejarme de las ventanas actuales de mi oficina, a todo lo largo y del piso al techo. Cuando me canso de tanto Java y Solaris solo tengo que dar media vuelta para ver las magníficas palmas de la Henry Liebman square.