28 julio 2008

Hoy como ayer

La foto que publica El País es el mejor comentario que se pueda hacer. Allí todo es un problema de perspectivas y en la imagen eso queda claro. Aunque no dijo ni media palabra, el rostro sonriente de Fidel, colgado en la pared del cuartel, dejó claro que su pensamiento reaccionario e inmovilista es el que sigue decidiendo el destino de la Isla.
En el acto central en conmemoración del aniversario 55 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Raúl sólo tuvo espacio para advertir que la cosa se podrá aún más mala: “Hay que acostumbrarse no sólo a recibir buenas noticias”, dijo en serio una frase que a la mayoría de los cubanos le debe parecer un chiste.
Una fuente de Mauricio Vicent en La Habana, “un veterano analista”, definió los cuarentipico minutos de alocución de la manera más precisa posible: “fue el discurso más fidelista de la era Raúl”. Lo siento por los que se entusiasmaron con aquellas promesas de cambios estructurales y de concepto. Ojalá esta vez aprendan la lección. Allí, hoy como ayer, no se podrá mover un dedo mientras el dinosaurio siga ahí.

Smoking is Bad

La humareda desaparece. Los fumadores están en vías de extinción. Las campañas antitabaco, las restricciones en los espacios públicos y el cáncer de pulmón han ido erradicando a un hábito que épocas atrás llegó a considerarse elegante y hasta estuvo rodeado de un hálito de sensualidad.
En las páginas de GQ ya casi nadie fuma, pero en sus archivos se conservan excelentes imágenes de aquellos tiempos en que el humo y la ceniza eran parte del glamour. Por eso, a modo de adiós al tabaco, la revista organizó la exposición Smoking is Bad en PHotoEspaña.
Jeremy Irons, Colin Farrell y Jean Coteau, entre muchos otros, posan rodeados de humo en imágenes realizadas por maestros como Peter Lindbergh, Annie Leibovvitz o Ellen von Unwerth. Colaboraciones de Fernando Savater, Paul Auster y Damien Hirst ponen el lado literario a la despedida a un vicio que sumaba belleza y encanto sin importar la tos y el aliento inaguantable que al final dejaba.

22 julio 2008

El túnel

A Norberto Codina, Luis Lorente, Arturo Arango,
Roger Sospedra y Mario Dávalos,
con quienes he atravesado ese trecho
y comparten mi devoción por él

Lo confieso, no hay concierto, ni función de teatro, ni espectáculo de ninguna índole que me guste más que un juego de pelota. Siempre que paso por ese breve túnel por el que se accede a las gradas, siento un rara felicidad que nada más me la produce. La primera vez que fui a un estadio fue al 5 de Septiembre, en Cienfuegos. Era un juego entre Las Villas y Matanzas de la Selectiva de 1978.
Hubo dos cosas que me impactaron muchísimo: las distancias de los jardines y los colores de los uniformes. Por televisión las cercas parecía estar mucho más distantes y todos los equipos vestían en blanco y negro. Ese día Las Villas usaba su clásico traje, aquel que tenía una franja naranja de la mitad del pecho hacia arriba.
Fue un partido reñido. Mi abuelo Aurelio y mi tío Rafelito trataron de sustituir a Bobby Salamanca por esa noche y me explicaron las jugadas que yo aún no entendía. Sobre todo un squeeze play suicida que hizo Sixto Hernández. Al final el juego se decidió por un jonrón de Antonio Muñoz que pasó por encima del techo del jardín izquierdo.
Sin dudas ese fue el momento más emotivo del partido. Pero para mí lo más inolvidable fue la fracción de segundo en que atravesé el pequeño túnel y descubrí aquella extensión de hierba iluminada. Desde entonces camino muy despacio por ese trayecto. Esté donde esté y juegue quien juegue, sé que del otro lado me espera una rara felicidad que nada más me la produce.

18 julio 2008

Ellas se dan candela

La escena era terrible, pero daba mucha risa. Roberto Blanco había resuelto el fuego con tules rojos. Era la última puesta en escena de María Antonia, la obra de Eugenio Hernández Espinosa. Primero pasaba una mujer dando gritos y agitando unas telas ardientes. Luego, alguien pedía un cubo de agua para apagarla. Al final, la carcajada del público extinguía el drama.
Es algo que me he preguntado muchas veces: ¿Cuál es el origen de esa terrible tradición? ¿Por qué las cubanas prefieren arder en llamas a la hora de quitarse la vida? Encuentro en la Red ha publicado la noticia de que dos estudiantes de La Universidad Central de Las Villas (UCLV) desaprobaron su tesis de grado por habérsela dedicado al suicidio en Cuba. La profesora responsable, fue despedida.
Lourdes García y Dayanis Campos son estudiantes de sociología y basaron su tesis, “Los caminos del suicidio: un laberinto real”, en los “niveles preocupantes” que ha alcanzado el índice de suicidio de la provincia de Camagüey. El jurado que evaluó la investigación la consideró “irreal” y propuso que se rehiciera. Según la tesis de Lourdes y Dayanis, 125 camagüeyanas de entre 35 y 40 se quitaron la vida desde el 2006 hasta la fecha.
La doctora Mely del Rosario, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UCLV, se mostró “preocupada” por el origen de los datos. De acuerdo con fuentes cercanas, dice la nota de Encuentro…, un profesor dijo en que dichas estadísticas eran “mantenidas en secreto”, y sólo se comunicaban a la Administración Central del Estado, que sí tenía un "conocimiento exacto del fenómeno”.
En Cuba toda cifra es una duda. La zafra, la educación, la salud, el transporte, el suicidio, la mortalidad infantil, la fabricación de panes… Cualquiera que sea la suma, la resta o el porciento, recibe el tratamiento de secreto de Estado y es blindada para que no llegue a oídos de la opinión pública. Es por eso que las cifras del Almanaque Mundial cada vez están más desactualizadas y son menos creíbles.
Aunque la Universidad Central de Las Villas confiscó todas las copias de la tesis, no pudo evitar esta vez que el rumor circulara. Al régimen cada vez se le hace más difícil impedir que las noticias se expandan. Eso en el mundo real se llama “periodismo ciudadano”, en Cuba recibe el calificativo de “alta traición” y es considerado un delito.
He olvidado muchas cosas de aquella memorable puesta en escena de Roberto Blanco. pero el instante en que Eulalia pasaba envuelta en llamas por el proscenio, puedo reconstruirlo con exactitud. De haberse publicado la tesis de Lourdes García y Dayanis Campos, ahora tendríamos más elementos para saber por qué ellas, allá en Cuba, prefieren darse candela el día que la esperanza, que es lo último que se pierde, las abandona.

17 julio 2008

¿Por qué tenemos que esperar el Final?

Ayer, de su puño y letra, Fidel le pidió a su “querido Randy” que hiciera pública una declaración suya sobre el equipo olímpico de pelota. “Conocí hoy que están muy disgustados”, le dice a su vocero predilecto y lo reprende, de paso, por haberse sumado a la ola de críticas que ha provocado en la isla la más reciente derrota de su novena ante Estado Unidos.
Casi todos los párrafos de la declaración están dirigidos a los propios peloteros, incluso el último, donde el convaleciente líder se reafirma como un ente plenipotenciario e inapelable. “No permitamos jamás que los traidores visiten después el país para exhibir los lujos obtenidos con la infamia”, dice refiriéndose a los peloteros que han desertado y firmado contratos de Grandes Ligas.
Recuerdo el día en que Germán Mesa regresó al campo corto de Latinoamericano. Yo estaba allí, junto a Luis Lorente y 50,000 aficionados más. Lo primero que hizo Germán fue besar un puñado de tierra púrpura y llevársela al pecho, para restregarla sobre la palabra Industriales. Luego me contaron que incluso en la transmisión televisiva, la ovación ahogó la frase mezquina que Héctor Rodríguez tenía preparada para la ocasión.
Me gustaría estar el día en que el Duque Hernández, José Ariel Contreras y Liván Hernández, entre muchos otros, reciban todas las ovaciones que los cubanos les deben. Nadie ni nada va a impedir eso. No hay edicto, ni ley, ni declaración ni mordaza que lo pueda impedir para siempre.
“¿Por qué no esperamos el final de las Olimpiadas para discutir a fondo y de forma verdaderamente democrática la responsabilidad de todos los que tienen que ver con el deporte cubano?”, se pregunta Fidel en su breve texto. ¿Por qué tenemos que esperar el Final para discutir a fondo y de forma verdaderamente democrática la responsabilidad de todos los que tienen que ver con el destino de Cuba?, pregunto yo, en el mío.

16 julio 2008

Viendo la vida pasar

Norberto y yo solíamos sentarnos sobre el carril del apartadero para ver a los trenes pasar por la línea principal. Por esa fecha, mediados de la década del setenta del siglo pasado, en Cuba se reconstruía la Línea Central. Todos los trenes nacionales estaban desviados por Línea Sur y tenían que pasar por Camarones para poder llegar a Santa Clara.
Desde allá abajo, a la altura de las ruedas chirriantes, les decíamos adiós a todos aquellos rostros fugaces y extraños. Por los desperdicios que lanzaban por las ventanillas, descubrimos que en La Habana comían una cosa que olía a Pionero (la única acepción del chocolate que conocíamos) y algo que venía envuelto en papel celofán. Luego, al cabo de los años, descubrimos que se trataba de africanas y sorbetos.
Desde aquella altura las inscripciones más pequeñas eran más visibles, por eso pudimos aprendernos la fecha de fabricación, el tonelaje, los caballos de fuerza y las nociones elementales de las locomotoras de entonces. Luego, oyendo a los ferroviarios, nos enteramos de los nombres con los que ellos bautizaban a sus máquinas: las inglesas, los melones, las patas de palo, las húngaras, los patos, las francesas, las 900 y las casas de guano.
Aún hoy trato de mantener esa costumbre. A la altura de las ruedas chirriantes sigo teniendo una mejor perspectiva de las cosas y del mundo. Desde abajo todo se ve mucho más claro. Por aquí no pasan trenes, pero la vida lleva una velocidad parecida y sigue estando llena de rostros fugaces y extraños.

15 julio 2008

La nube negra

Nadie ha podido entender esa nube que le cae encima al pueblo por las tardes. Unos creen que es el humo de la zafra y otros dicen que es la noche, pero como no hay manera de verlos por separado, de dividirlos, la duda crece y poco a poco lo va oscureciendo todo.
La mayoría de las historias que se cuentan del Paradero de Camarones suceden en esta época. Por eso muchos han llegado a pensar que el pueblo no existe el resto del año. Antiguamente los años eran más cortos aún, porque los ingenios esperaban por los días más fríos de febrero para empezar a moler. Pero después que pasó la zafra del 70, a partir de la última quincena de diciembre el cielo se llena de bagacillo y las mujeres vestidas de blanco procuran caminar a favor del viento.
La noche de zafra es demasiado larga y aquí, que se oyen sus rumores por todas partes, es más larga que en ninguna otra parte. La oscuridad entra por el andén con los pitazos que dejan sobre el campo los ingenios y si uno no se asoma, parecería que es una locomotora de vapor lo que está pasando.
Cuando la parte más densa del cielo se aplasta sobre la tierra, Felo López sale a encender las luces de los cambiavías de la línea principal y del ramal Cumanayagua. En una mano lleva un farol araña y en la otra una lata de aceite carbón llena de estopa. Felo López está doblado como una herradura y camina con mucho trabajo, de atravesaño en atravesaño, para no lidiar con las piedras.
Él nunca se ve, sólo se oyen sus tropiezos y los ladridos de Sombra. Las luces de los cambiavías limitan al Paradero de Camarones y hacen un triángulo a su alrededor a partir de tres puntos: EL Paso a Nivel, el Crucero de Ciprián y la Vía Estrecha.
Desde cualquier parte pueden verse esas marcas verdes y rojas, en ellas se dejan de oír los ocho campanazos del cine Justo y los rugidos del león que siempre aparece al principio de cada película.
Cuando amanece, Felo López y su perro hacen el mismo recorrido, entonces el viejo apaga las luces y limpia los cristales. A esa hora ya se ven, pero la gente se ha ido acostumbrando a que sólo se oigan tropiezos y ladridos. A partir de ese momento es difícil señalar dónde empieza y dónde se acaba el Paradero de Camarones, hay que esperar a que vuelvan la nube negra y el olor a caña quemada, para que el triángulo de marcas verdes y rojas lo limiten otra vez.

10 julio 2008

Irán “pierde” un cohete en su “batalla de ideas”

Una infografía de The New York Times demuestra que uno de los cohetes lanzados por Irán era obra del Photoshop y no de sus ingenieros militares. En la foto difundida por los medios oficiales de prensa iraníes, cuatro misiles asciende al mismo tiempo; pero France Press consiguió la misma imagen en la Agencia de Noticias Sepah, perteneciente a las Guardias Revolucionarias Iraníes, donde sólo hay tres.
Una de las más famosas fotografías de la revolución cubana, esa donde Fidel Castro y Camilo Cienfuegos entran a La Habana cabalgando sobre un tanque de guerra, también fue truqueada. Hasta octubre de 1959, Huber Matos aparecía entre los que saludaban a la multitud desde la máquina de guerra. Pero después del juicio donde se le condenó a 20 años de prisión, lo bajaron del tanque y lo borraron de la historia. Se sospecha que muchas de las imágenes emblemáticas de la Gran Guerra Patria también son obra de montajes y trucos. En la medida en que Stalin iba asesinando a sus propios colaboradores, sus rostros eran meticulosamente borrados de todas las fotografías donde aparecían junto al líder en actos y desfiles.
Se cree que el montaje del misil iraní se preparó para ocultar otro que podría haber fallado durante la prueba. Aunque el truquito, una vez descubierto, pone en ridículo a ese enloquecido líder que también ha decidido librar una “batalla de ideas” contra casi todo el mundo (excepto, claro está, Cuba y Venezuela), no hay que olvidar que los otros tres misiles lograron su objetivo. Esa cifra podría ser suficiente.

Para ver el agua

Inés Baresel ensambló los huesos de un cachalote de 15 metros. No sé nada más de ella, ni siquiera su rostro se distingue bien en la fotografía donde mira hacia arriba, a través del vientre vacío del animal. A juzgar por las herramientas que tiene a su alrededor, hace una labor de carpintería, junta piezas como si armara un mueble y no un organismo.
El cachalote quedó varado en la playa del Mar del Norte en diciembre de 1997. En la breve reseña, no se especifica cómo sus restos fueron a dar a la colección de un museo en Stralsund, Alemania. Apenas se anuncia que se inaugurará oficialmente en 2008 y que su construcción ha costado 51 millones de euros.
En el vestíbulo del Oceanográfico, que es donde trabaja Inés Baresel con sus gubias y martillos, hay otras dos ballenas, una de 17 metros y otra de 7 metros. En todo ese espacio por ahora sólo se escucha el ruido que Inés hace con sus herramientas. Los tres animales no son más que un enorme andamio, una estructura que sólo recuerda el movimiento si uno se abstrae demasiado y cierra los ojos para ver el agua.

08 julio 2008

Muebles impuestos

Los fabricantes de muebles dominicanos quieren imponer sus productos y le han pedido al Gobierno que aumente los gravámenes de los importados. Pero el hecho de que los consumidores prefieran una cama hecha en Brasil o un sillón ideado en Suecia no se debe a los precios, sino al diseño.
Si en lugar de buscar absurdas medidas proteccionistas, los fabricantes de muebles se preocuparan por mejorar sus procesos y sus resultados, tuvieran más éxito. A lo mejor con la mitad de la madera que ellos destinan actualmente para un juego de sala, se hacen cuatro con un diseño más simple y moderno.
Los tiempos han cambiado, ahora las tendencias se difunden con mayor celeridad y todos están al tanto de ellas. Nadie quiere ya sentarse en un armatoste que parece traído del reinando de Felipe VII si tiene la posibilidad de disfrutar de algo más funcional y contemporáneo. El problema no es de impuestos, sino de competitividad.

07 julio 2008

Sacan a Mao de circulación

El Nido, el ya célebre Estadio Olímpico de Beijing, ha reemplazado a Mao Zedong en los nuevos billetes de 10 yuanes. Un amigo que viajó no hace tanto por China, me contó que pasó muchísimo trabajo para encontrar una foto del Gran Timonel. “Ya nadie piensa en él −me aseguró−, los chinos están en otra cosa”.
Además del Nido, en el billete aparece el logotipo en rojo de Pekín 2008. Las imágenes sobresalen sobre un fondo color cian definido por la silueta del Templo del Cielo. En la otra cara, el Discóbolo de Mirón se prepara para hacer su lanzamiento.
Ya Mao dejó de ser moneda corriente y el pueblo chino cada vez lo recuerda menos. Así comienza el olvido o, lo que es peor, la indiferencia.

Más sabe por viejo

En verdad no es noticia que Fidel se diga y se contradiga. Eso es algo que él siempre ha manejado a su antojo y según las circunstancias. En los años 70, por ejemplo, no se cansó de repetir que los soviéticos eran los "buenos" y los chinos los "malos". Una década después, invirtió los papeles y lo hizo con total naturalidad. "Abrázame mi China y no me dejes solo", cantaba Frank Delgado por aquella época.
Pero la semana pasada, con sólo dos días de diferencia, el Comandante se apresuró a advertir que “como te digo una co, te digo la o”. Desde hace dos meses, y ante las claras evidencias encontradas en la computadora de Raúl Reyes, el líder guerrillero abatido en territorio ecuatoriano, Hugo Chávez ha cambiado radicalmente su discurso sobre las FARC.
El presidente venezolano ya no reclama que se les deje de considerar una banda terrorista y, cada vez que puede, les pide a los miembros del Secretariado que liberen a los secuestrados y negocien la paz. Es entendible, teme que las pruebas contundentes en su contra sean utilizadas por Colombia, por Estados Unidos o por la cada vez mayor oposición interna.
Fidel, como era de esperarse, apoyó indirectamente a su títere predilecto en una de sus Reflexiones. En “La historia real y el desafío de los periodistas cubanos”, el líder convaleciente fue inesperadamente crítico con la guerrilla marxista que hoy sobrevive del tráfico de drogas y la extorsión: “Nunca debieron ser secuestrados los civiles, ni mantenidos como prisioneros los militares en las condiciones de la selva. Eran hechos objetivamente crueles. Ningún propósito revolucionario lo podía justificar”.
En ese mismo texto, Fidel recuerda otras guerrillas que florecieron por América Latina en otras circunstancias, como queriendo sugerir que ya no es el momento de mantener ese tipo de lucha. Eso fue el 3 de julio a las 4:26 p.m. El 5 de julio, a las 8:12 p.m., con apenas 50 horas de diferencia, el Comandante “recogió pita” y se apresuró a aclarar que aunque criticó “los métodos objetivamente crueles del secuestro”, no estaba sugiriendo a “nadie que deponga las armas”.
Ese pa’ lante y pa’ tras es el tipo de malabares que el caudillo se ve obligado a hacer para no descuidar su imagen de “líder continental”, por un lado, sin dejar de asegurar el suministro de petróleo a la refinería de Cienfuegos, por el otro. Más sabe el diablo por viejo que por revolucionario.

05 julio 2008

Un mediodía en Pedro Betancourt

En el verano de 1986 regresé a Camarones en el tren lechero. Mi madre me fue a buscar a La Habana para ayudarme a cargar seis cajas de libros. Terminaba mi tercer año en la Escuela Nacional de Arte y Simone, mi novia, nos despidió en el andén de la Estación Central.
Sólo los que han viajado por la Línea Sur pueden imaginarse de verdad lo que significa hacer ese trayecto lleno de paradas constantes. El Rincón, Bejucal, Quivicán, San Felipe, Melena, Güines, San Nicolás, Vegas, Los Palos, Bermeja, Unión de Reyes, Bolondrón, Güira de Macurijes, Navajas... Salimos en la madrugada y a esa altura ya era el mediodía.
El tren paró en Pedro Betancourt para almorzáramos. Marino Vega, alias Caballo Loco, el maquinista que más corría en Cienfuegos, al que nunca los trenes se le atrasaban, nos acompañó. Recuerdo que comimos sobre las cajas de libros y Marino estuvo a punto de vaciar una perga de refresco prieto sobre el Teatro político de Erwin Piscator.
La estación de Pedro Betancourt estaba recién pintada. Antes de que el tren reanudara su larga marcha hacia Cienfuegos, caminé por la línea y revisé cada detalle de aquel caserón. A su alrededor, la abulia de un pueblo de provincia se alimentaba de un sol irresistible y de ese silencio que siempre trae consigo el mediodía.
Hoy encontré esta fotografía de la estación de Pedro Betancourt en Google Earth. Ya el almacén se vino abajo, pero al menos aún sobreviven los viajeros en el andén. Aunque el edificio se esté cayendo a pedazos, todavía les queda la esperanza de que de un momento a otro se oigan dos pitazos y un viaje comience.
En el verano de 1986 lo que menos nos imaginábamos es que todo aquello acabaría siendo todo eso.

Dice Andrés

Dice Andrés que “los días son largos, los años son cortos”. No sé si acabaremos oyendo esa línea en su próximo disco. Por ahora es sólo un apunte en su blog, debajo de unas manos que cantan. Acabo de poner una tela metálica en la puerta de la escalera de incendios. Ya todas las luces encienden de manera independiente.
Compré ½ galón de bronce claro para las verjas. Me duelen el cuello y la espalda. Me pasé el día entero encima de una escalera. Este es el cuatro Bacardí de la noche y aún hay cierto desorden en la sala. Boston perdió 2 a 1 en el Yankee Stadium. Andrés repite “Las oportunidades” en Luna Park, mientras se despide de Madrid en uno de sus post.
Mañana, antes de abandonar Praga, hazte la foto que te pidió tu mamá y dile adiós a Franz. No es que tengas que verlo, ni siquiera creo que logres encontrarlo, pero dile adiós. Mueve las manos para que él si te vea. Andrés, mientras digo esto, comienza a cantar “Crímenes perfectos”. La moneda cayó otra vez del lado de la soledad.

04 julio 2008

Los disidentes no tienen quien les escriba

La aparición en un programa de la televisión cubana de Papito Serguera y Luis Pavón Tamayo, las dos cabezas visibles de las persecuciones y represiones que desató la revolución en los años setenta del siglo pasado, provocó una respuesta rápida de no pocos intelectuales.
Los Inbox se llenaron con mensajes que llegaban desde todas partes del mundo. Nadie había olvidado. Más de treinta años después las heridas aún estaban abiertas. El regreso de aquellos “perseguidores de cualquier nacimiento”, además de resultar irritante, alarmó a todos, incluso a los que disfrutaban de prebendas, privilegios y beneficios.
Ayer fueron detenidos 20 disidentes que pretendían manifestar en público y de manera pacífica su oposición al régimen. El Gobierno cubano una vez más se valió de la burda excusa de una “escalada de acciones provocadoras organizadas y financiadas” por Estados Unidos.
Nadie ha escrito un email. A nadie le ha llamado la atención este suceso. El hecho de que ninguno de los encarcelados pertenezca a la UNEAC ni haya escrito un verso antalogable, los hace invisibles. El hecho de que su desacuerdo se manifieste por cuenta propia, los hace indefendibles.
Es probable que ninguno de los encarcelados sepa quien es Nazim Hikmet y puede que casi todos hasta escriban con faltas de ortografías. Pero son cubanos y deberían tener los mismos derechos que los pocos elegidos que van de feria en feria, resolviendo algunos meses de supervivencia y ahogando sus remordimientos en whisky.

03 julio 2008

Busca en el Granma, Pascual

Pascual Serrano es un periodista valenciano que se hace retratar mientras fuma una pipa, cuidándose de quedar lo más parecido que se pueda al Sub Comandante Marcos. Aunque es fundador del diario Rebelión (esa página “insurgente” que aglutina a “lo mejor de cada casa”), ahora vive del cheque que le pagan como asesor editorial de Telesur, el canal engendrado por los gobiernos de Venezuela y Cuba.
Serrano ha publicado varios libros relacionados siempre con su oficio y con la ideología que profesa con obcecación. Uno de ellos, Perlas, va ya por dos volúmenes donde se recopilan “los disparates, patrañas y trapacerías de periodistas, columnistas y líderes políticos difundidas en los medios de comunicación”.
Es curioso, pero a pesar de que el libro compila innumerables informaciones manipuladas sobre la revolución castrista, todas provienen de medios españoles o latinoamericanos y ninguna, absolutamente ninguna, del órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Busca en el Granma, Pascual, busca en el Granma, para que veas que nunca nadie ha tergiversado tanto ni ha mentido más sobre la realidad cubana que esas ocho paginitas.

02 julio 2008

Sí, el mundo cabe en una canción

“Esto no es un teatro, pero esto será un concierto”, fue lo primero que dijo Fito antes de sentarse al piano, desconcertado por ese incómodo espacio que es La Fiesta del Jaragua. Tenía razón. Muy pronto a todos se les olvidó el “dónde”, el “cómo” y el “cuándo” para disfrutar única y exclusivamente del “qué”.
En el concierto de anoche, Fito y su piano fueron más que suficientes para probar que, en efecto, el mundo cabe en una canción. Más de una vez recordé mis primeros encuentros con su música, allá en La Habana de mediados de los ochenta. Aun aquellas piezas, escritas en circunstancias muy diferentes a las de hoy, mantienen su vigencia, como sólo sucede con los clásicos.
“¡Buenas noches, Santo Domingo! ¡Hasta el próximo disco!”, fue lo último que dijo antes de perderse caminando en la parte sin luz del escenario. Ya en el Malecón, seguía escuchando a Rodolfo: “Yo ya no pertenezco a ningún ismo/ me considero vivo y enterrado/ yo puse las canciones en tu walkman/ el tiempo a mí me puso en otro lado/ tendré que hacer lo que es y no debido/ tendré que hacer el bien y hacer el daño/ no olvides que el perdón es lo divino/ y errar a veces suele ser humano…”.

01 julio 2008

El Hombre de las Mil Voces

Hace unos días volví a ver una caótica película donde Chaplin terminaba subiéndose a un ring de boxeo. De pronto descubrí que me la sabía de memoria. Debo haberla visto cientos de veces. Allá, en los más que lentos domingos de mi infancia, eso era lo más entretenido que sucedía. Sólo los cubanos me entenderán de ahora en adelante, pero en esas películas disfruto más el recuerdo de Armando Calderón que la actuación de Chaplin.
Armando Calderón, para los que tuvieron la desdicha de no oírlo nunca, era El Hombre de las Mil Voces, un anciano que le ponía textos y sonidos a los personajes más simpáticos y a las situaciones más enloquecidas del cine mudo. Su programa, La comedia silente, salió al aire durante décadas y sirvió para que todos aquellos clásicos maltrechos y fragmentados mantuvieran su vigencia.
Creo que el poeta Omar Pérez es el único de nosotros que sabe lo que realmente sucedió. Pero, según una de las tantas “bolas” de aquellos tiempos, La comedia silente fue sacada del aire el domingo que a Armando Calderón se le fue una palabrota delante de millones de “abuelitos, papaítos y nietecitos”. Lo cierto es que desde entonces Matasiete, Mermelada y Luz Brillante, entre muchísimos más, recuperaron sus nombres originales y volvieron a quedarse mudos.
En YouTube pueden encontrarse algunos fragmentos si se pone “comedia silente” en la barra de Search. No sé cómo pudieron salvarse, pero están intactos y dan una idea perfecta de lo que era aquel espacio de 30 minutos donde Armando Calderón le ponía sonido a todo lo que sucedía a nuestro alrededor. Ahora Buster Keaton se llama Buster Keaton, pero entonces, al menos para nosotros, era simplemente un ser ensimismado que jamás se reía y que sólo hablaba si el Hombre de las Mil Voces lo hacía por él.

Tenn se desnuda ante los desconocidos

Álvaro Cortina cuenta en El Mundo lo que ha contado Tennessee Williams en sus memorias. Cortina empieza por el final, por el único suceso de su existencia que no pudo contar Williams: el momento en que el escritor se atragantó con el tapón de sus barbitúricos.
“Decenas de marineros, militares, escritores y jovencillos anónimos van pasando por sus habitaciones de hotel de Nueva Orleans, Nueva York, Los Ángeles, Boston, Chicago, Marruecos, por su residencia de Cabo Hueso, por sus suites francesas o romanas”, cuenta el periodista del escritor.
“Un tal Ángel, un tal Ryan, un tal Santo, ‘la viciosa sureña’, ‘un joven estudiante medio indio’, un joven ‘de grandes ojos soñadores y esbelta figura’, y un interminable etcétera, pueblan sus andanzas libertinas”, continúa.
Pero las líneas más esclarecedoras sobre el contenido del volumen son del propio Tennessee: “Este libro es una especie de catarsis de puritanos sentimientos de culpabilidad, supongo. Todo buen arte es indiscreto. Bien, yo no puedo asegurarles que este libro vaya a ser arte, pero indiscreto tiene que serlo, puesto que trata de mi vida adulta”.
Según Cortina, los apellidos sonoros y celebérrimos de Bowles, Capote, Vidal, Magnani, Hemingway, Faulkner, Visconti, Bernstein, Sartre, Losey, Taylor y Brando son recurrencias constantes en las 400 páginas con las que cuenta la segunda edición de Bruguera, que es la que se comenta.
La crónica termina con una frase de Blanche Du Bois que Tennessee tuvo que decirse a sí mismo cientos de veces: “he confiado en la amabilidad de los desconocidos”. Cerré la página y fui directo a las librerías, pero aún no ha llegado. Esa frustración me hizo escribir estas líneas.

Los que van a competir te saludan

Son peloteros, pero les dijo adiós como a gladiadores. Es comprensible, los juegos de Beijing deben ser los últimos del béisbol como deporte olímpico y del Comandante en Jefe como ser vivo. Más que una arenga, es una despedida. En el breve mensaje, de apenas 34 palabras (sin contar la firma y la fecha al pie), Fidel menciona dos hazañas: Ayacucho y Mal Tiempo. No son partidos sino combates, no son victorias deportivas sino militares. Desde su lecho, todavía magno, escribe o le digta al copista para que imite su caligrafía. Ese último detalle poco importa, para él lo indispensable es que ellos, los que van a competir, sepan que aún está ahí... y lo saluden.